Paisaje interior

(Escena I para dos guitarras)

Una noche, en el sosiego del sueño,
pidió espacio el pensamiento 
que encarnaba melodías 
en su deseo inspiradas.
Nacieron livianas notas;  
en sus líneas pentagrama,
perfilaron los caminos 
de un recorrido interior.
 
Voces de mediodía tejieron luz 
en paisajes que el ser creó.
La cadencia solitaria 
recorrió sus laberintos:
galerías,
sendas íntimas y estrechas,
cantos de oro y fulgor.

Mis ojos descubren hoy 
la voluntad de una vida;
floreciendo en el sonido,
una mirada de dignidad y dulzura,
arte y sueño son sus guías 
en el espacio del tiempo,
y en sus diálogos y acuerdos,
el ser acrece su hondura 
de afirmación reflexiva.

Todo ya en el aire es música.
Argentinas, tensas cuerdas,  
brindan jazmín y notas 
en el nítido silencio.

Vibran cuerdas sonoras 
de una inquieta intimidad
en las luces solitarias 
que el sol esparce
por los caminos de juego, 
entre guiños,
por las sombras, 
en un rítmico concierto
que fluye por la inquietud 
de una existencia veloz.

Filigranas deliciosas 
muestran jardines de encaje, 
enredaderas de luz.
Ojos dorados acarician 
las verdes huellas
con sus destellos de luz,
imparables en su arena, 
en su ruta 
de renovada esperanza.

Microcosmos.
Miniatura que transita
por la vía láctea 
que sus estrellas permiten.
El deseo estampa un beso 
de transparencia y cristal,
fragilidad es su esencia.

La encrucijada sorprende 
un silencio esperanzado.
La duda exhibe su mano 
de límite y horizonte.
El vacío alimenta 
ese vértigo instalado.
La decisión se abre paso 
en su ser y voluntad;
trémula, la quietud
se transforma en tacto cálido
persiguiendo la memoria 
de un sueño de su invención,
de sus recuerdos y amor.

El sonido se entretiene, 
se encaracola y concentra,
ama la vida; 
la corriente es imparable;
como lúdico pegaso,
incansable en su andadura,
abre las alas de melodía que avanza.

Es llama 
el corazón en su  vuelo.
De soledad inasible 
es la voz de su interior.
Su destino es obediencia 
a su bondad y silencio.

A su paso ensimismado, 
surgen las posibles rutas,
hechizadas por su intangible armonía 
de conciencia solitaria,
por las curvas que recorre, 
por los ángulos que traza  
con veloz delicadeza.
Arabescos de sonidos 
tejen sus telas lúdicas.
No hay reposo a su inquietud.
Es ese anhelo la vida,
entre juegos y color.

Melancolía en el aire …
El alma se hace perfume
exhalando su memoria,
su verdad y su virtud.
          
2004 Isabel

Nada nuevo, siempre distinto

De la nada brota 
y es alegría,
desde el caos surge la incitación:
permanencia o destello, quietud–dinamismo...
“Aunque sea un instante, brillo “–contesta esa disposición al cambio–
y surge 
como una onda
y se alarga 
y crece
y modela en su forma
la visión de su ser
y multiplica el tiempo
y se acrece en la distancia
para, más tarde, 
regresar al espacio 
en el que el silencio
lo envuelve todo 
y se hace nada en él y con él.
Y así, innumerables voces elevan su canto 
y cantan melodías que con sus ecos quiebran 
los silencios sagrados del sin tiempo,
y quizá en esa eternidad suene 
el recuerdo de alguna nota 
cuya belleza abra la nostalgia en el vacío, 
una voz que desate 
la ternura y el deseo de nuevo
de experimentar el tiempo:
espacio en que vida y olvido se abrazan 
y funden en el éxtasis
y son 
y dejan de ser...
Quizá es el amor 
ese sagrado timbre 
que resuena constante
creando en la vida,
cuya llamada y eco 
traspasa el infinito
para vibrar en todo 
y en cada forma escueta,
en lo fugaz y débil, 
en el gozo sin fin de la belleza toda,
de la forma que crece, 
en los ojos que observan, 
en la mano que abraza su propia dignidad...,
quizá, la nada se sumerge en las pequeñas cosas 
y es llanto y sonrisa, 
amistad y dulzura, pena y soledad...
Todo es  parte y es uno.
¿Por qué ese llanto si cada instante 
es sólo el fugitivo paso 
hacia otro fugitivo?
Toda vida es soñar,
soñar creyendo
que el cambio es verdadero;
¿qué soñará la vida
cuando desea ser, tan sólo ser su paz?
... Hoy soñé que el amor es la luz de la luz. 
1-10-2010 Isabel

Tránsitos

Sombra y noche.
La oquedad es un vacío
de incertidumbre oscura
moviendo al alma
a su rendición: silencio.

Brillantez de gozo,
plenitud sin tiempo.
Éxtasis de fusión y cielo.
La luz tiene un color: silencio

Entre ambos,
el tiempo:
tránsito hacia una meta
efímera que desemboca
en un espacio nuevo: silencio.


6-4-2009 Isabel

Metáforas y espejos de un orden

¿Y si la vida fuera un juego sinfónico, perfecto y dinámico, de espejos en los que se nos mostrara a través de metáforas, símbolos e imágenes su estructurado y orgánico orden y complejidad?

La tierra es, de los elementos que forman nuestra vida, el que nos parece más consistente y firme, más permanente y previsible, más quieto, más físico y aprehensible. El ser humano aspira a que su vida sea previsible, firme, quieta, segura, próspera, “eternamente joven”, bella, apetecible… Esto es así por regla general. (Puede haber personas a las que les gusten los cambios, pero dentro de unos límites. Nadie desea conscientemente morir en medio de una tragedia y tampoco vivirla. Me refiero a nadie que tenga suficiente grado de cordura)

Llamamos Tierra al planeta que habitamos. ¿Tendrá que ver el nombre que el hombre le ha dado con nuestra forma de desear la vida, de soñarla, independientemente de lo que la experiencia nos demuestra?

Consideremos el nombre y la idea de los cuatro elementos presentes siempre en nuestra existencia: luz o fuego, aire, agua y tierra. Si observamos la importancia y la necesidad de los mismos en nuestra vida, veremos que hay un orden estricto en su manifestación y también en su grado de imprescindible presencia en ella, no sólo para los humanos, sino para todas las formas de vida existentes en él.

Estaríamos todos de acuerdo en que nuestro planeta tiene vida porque tiene el sol que lo ilumina y calienta lo suficiente; pero no demasiado y, por ello, se pueden desarrollar variadas formas de vida que se nutren de él.

El sol sería, por tanto, el primordial de los elementos que forman parte de la vida en el planeta. Sin sol no habría nada vivo en la Tierra ( tal y como conocemos nosotros la vida, al menos).

El segundo elemento que permite la vida es el aire. Sin él, los seres vivos que ahora existen aquí, morirían de forma fulminante. El aire es fundamental también para la transmisión del sonido.

El tercer elemento sabemos que es el agua. ¿Qué ser se plantea vivir en la tierra sin abastecerse de alguna forma de agua?

En cuarto, y no en primer término, tenemos la tierra, espacio en el que esos tres elementos anteriores idean formas, experimentan sus evoluciones. ¿Somos nosotros formas de esos mundos primordiales de luz o sol, aire y agua?

Existe un principio que afirma que las leyes que afectan al mundo más amplio son las mismas que afectan al mundo particular. Partiendo de este principio, la hipótesis que aquí se intentará desarrollar es que la vida humana está formada en ese orden que hemos enumerado más arriba y por esos mismos factores, lo que nos lleva a considerar con muchísima más atención los tres primeros, y no sólo el cuarto, la tierra o manifestación última o resultante.

El sol es, en nuestro campo, la luz, la posibilidad de distinguir el color en la vida, el calor, el fuego vital, la luz interior, la conciencia del ser, la fuente de creación, el impulso del latido del corazón, el fuego primigenio, la claridad de visión. Él representa la alegría de vivir.

Hemos observado qué sucede en la vida natural cuando, tras varios días de tiempo nublado y lluvioso, sale el sol. Este comportamiento generalizado en los seres vivos, podría explicarse como una forma inconsciente de celebrar la alegría y rendición al gran rey, el director y generador de toda vida, el dorado sol. (El oro, que tanto valora la humanidad, es dorado; su nobleza y fidelidad, además de su brillo y color, se ha utilizado, metafóricamente hablando, para relacionarlo con el sol, la luz primordial)


Conocemos a determinadas personas que desprenden algo especial: un sello de su luz, de su conformidad con lo que son, de su paz. Son personas que atraen por no se sabe qué razones. Son seres que transforman el espacio en el que se encuentran. Ellos no siempre son conscientes de su poder irradiado; pero a medida que maduran, probablemente, se sentirán observados, imitados; aunque no siempre vean la importancia de su presencia en la vida de los demás, por estar bien consigo mismos, sin tener necesidad de imitar a otros. Pero el observador externo, sí puede valorarlo. Son personas entregadas a los valores internos, pendientes de su vida y de su ética, de su respuesta personal, más allá de las modas y de las masas. Son seres independientes, pero no lejanos; sino con un camino propio claro, fieles a su propia voz. La fidelidad a uno mismo da paz y luz, aunque no siempre consiga un reconocimiento social rápido y clamoroso.


También sabemos que existen personas que perturban la paz de los demás. Allí donde se encuentran, el caos penetra y corroe la serenidad y la armonía. Son maestros de la sombra. Su papel parece ser la provocación, el poner a prueba esa armonía conseguida. Éstos tienen también sólo una parte de sí consciente de su papel y de sus objetivos de sembrar la discordia y la perturbación. Es lo más fácil dentro de su desarrollo. Están acostumbrados a dejarse llevar por esos impulsos y se han dado cuenta de que, dentro de su expresión formal, dicha conducta les ha otorgado cierto poder sobre los demás. Les gusta sentir que los otros les temen- ellos dirían que les respetan, pero es temor lo que despiertan-. Ese poder y su pasión los mantiene vivos y fieles a esa naturaleza indómita y sembradora de dolor a su alrededor. Ya sabemos que una de las mayores pasiones de la humanidad es el ejercicio del poder. El fuego de estas personas, su luz, quema lo que hay, para que nada quede. Es el fuego devastador. Es como el sol del desierto. Todo lo arrasa con su poder. Lo que más tarda en extirparse, también en la naturaleza humana, es lo inferior, lo dañino, que forma parte de la primera inmersión en el mundo de la forma, quizá porque ha tenido una existencia más difícil y se ha vuelto un superviviente nato. Las malas hierbas son pertinaces. Lo inferior es la base en la que se va sustentando lo superior, pero hay una voluntad férrea, según parece, en esa naturaleza primaria retadora.


Entre ambos extremos, se halla la mayor parte de la población, que unas veces desea ser alguien especial y otras desea vivir la vida de la forma más fácil, cómoda y materialista posible y que, a menudo, se deja llevar por lo último que llega o por lo más vistoso que le ha contado cualquier personaje que sale en un medio de comunicación y que le facilita el no tener que ponerse a trabajar consigo mismo.

Es la luz la que nos permite distinguir unas presencias de otras, es la luz de la conciencia interna y de la experiencia vital. Según tengamos educada y formada nuestra vida interna, nuestra luz, nuestra ética, nuestra visión alcanzará una distancia u otra.

Hay cosas que no todos los humanos somos capaces de ver en un momento determinado. Quizá más tarde, cuando hayamos vivido y pasado por diferentes experiencias, pensaremos en aquello que entonces no vimos y en el presente se nos muestra con una claridad meridiana. La diferencia no radica en el hecho, que es el mismo, sino en el enfoque de la conciencia.

La luz, por tanto, se muestra como la primera y máxima condición necesaria para la vida. Imaginemos que perdiéramos conciencia en lugar de ir acrecentando en nosotros esa luz o visión profunda de la vida, ¿ se podría decir que estamos desarrollando más profundamente el vivir o acercándonos más a la muerte?

En la actualidad, hay parte de la humanidad aquejada de enfermedades degenerativas; algunas de ellas van consiguiendo que los enfermos olviden quiénes son, quiénes fueron, para qué viven. Nadie afirmaría que esa forma de vivir es vivir más o mejor.

Vivir sin conciencia se parece mucho a morir. Es lo que más se parece a morir, dentro de la experiencia humana; puesto que el pensamiento superior o conciencia es el único específicamente humano. Es como si todos tuviéramos algo de la herencia de nuestro principio básico constitutivo: el sol, la luz, el fuego creador.

En definitiva, la relación que tengamos con la luz, la conciencia de la vida, el primer elemento de la creación es fundamental para que todos los demás elementos o factores que conforman la vida, se puedan transformar y evolucionar con mayor rapidez o con mayor fluidez. Un obstáculo en la conciencia, por el contrario, paraliza todos los demás elementos y consigue que se repitan una y otra vez los mismos pensamientos, sentimientos y conductas.


En el segundo lugar de esa manifestación de vida se halla el pensamiento. Dicha expresión se relaciona claramente con el elemento aire. El pensamiento es ligero e invisible como el aire, es constante en nuestra vida, siempre estamos creando pensamientos de un tipo u otro. La actividad mental es fundamental, como el aire que respiramos.

El aire permite que nuestros pensamientos se conozcan y se transmitan de forma fácil y eficaz. Gracias al aire, podemos escuchar los sonidos. Quizá también el aire esté alimentado fundamentalmente de luz; pues es atravesado por ella. Quizá cuando inhalamos aire, también inhalamos luz; luz y aire juntos nos permiten escuchar el sonido. Luz, sonido y aire juntos.

Nos sería muy difícil pensar en el desarrollo de una vida sin sonido, sin música. Los sonidos permiten, además, diferenciar las distancias, lo que supone una protección y un elemento a favor de la preservación de la vida.

Nuestros pensamientos se transmiten por el aire; nuestras voces internas oran, piden, protestan, aman, se comunican con la vida y con los demás seres vivos.

Ahora bien, los pensamientos, esas ideas poderosas que nos mueven a programar nuestra vida hacia un lado u otro, pueden ser creados desde espacios internos diferentes.

En ocasiones, los pensamientos se crean desde la confianza, el optimismo, la gratitud, la fe, la bondad, la alegría… y, entonces, estos pensamientos nos hacen sentir tranquilos, alegres, relajados, sanos, necesarios para la vida, confiados en que todo sucederá de la forma más apropiada posible; incluso, en esas ocasiones, estamos dispuestos a afrontar los pequeños retos o frenos que pongan a prueba nuestra fe y nuestra paciencia.

Algunas otras veces, sin embargo, las cosas son diferentes. Los pensamientos se nos llenan de miedo, de ansiedad, de inseguridad, de culpabilidad por errores cometidos o por lo que consideramos que los demás pueden rechazar de nosotros, y, entonces, la vida se convierte en algo ingrato; los sentimientos se tiñen de amargura o de rechazo, de rencor o de rebeldía, de ira, es decir, se acaban la paz y la armonía internas.

Si nos fijamos bien, casi siempre esta ruptura se produce por nuestros pensamientos. Claro que se puede objetar que esos pensamientos surgen a partir de comportamientos de los otros respecto a nosotros; pero, en realidad, puede ocurrir que sean los propios pensamientos los que tengan necesidad de brotar por pura costumbre y cualquier excusa externa puede resultar perfecta para darnos la razón.

Todos hemos comprobado cómo las personas tendemos a expresar en una dirección habitual nuestros pensamientos. En realidad, cuando estamos centrados y confiados, no damos importancia a cosas que suceden; pensamos, ante los mismos hechos de forma muy diferente.

Por ejemplo, podemos llegar a decir que alguien nos contesta mal, porque no se encuentra bien, y ya está, consideraremos que se le pasará; pero si nuestro pensamiento es el que no está bien, sentiremos la ofensa profundísima y nos parecerá que la injusticia que se ha cometido con nosotros es imposible de olvidar.

La susceptibilidad tiene que ver con nuestro propio estado de confianza o desconfianza con la vida, pase lo que pase en ella. Cuanto mayor sea nuestra tendencia a creer que el mundo nos ataca, mayor posibilidad de ver ataques en todo lo que nos rodea. Es una llamada al sufrimiento constante y, por tanto, a ver la vida como una carga.

La conciencia nos ayudará a ver qué podemos hacer para mejorar nuestro enfoque en torno a la vida y nuestras experiencias y cómo vivimos por dentro esas experiencias.

Vivimos nuestra vida por dentro; aunque muchas veces las manifestaciones sean externas, nuestro sentido del vivir y de cómo lo experimentamos es siempre interno.

Ocurre lo que pensamos nosotros que ha ocurrido -aunque no haya sido así para un observador externo- por eso, es fundamental que nuestro pensamiento esté orientado por la conciencia, por el sol o la luz.

El tercer elemento es el agua. El mundo de los sentimientos y emociones está muy bien representado por este elemento fluido, purificador, lleno de vitalidad y dulzura, persistente y constante, capaz de crear vida y de nutrirla con su cuerpo. Colaboradora con la luz y el aire en la creación de la belleza, cocreadora de los matices preciosísimos de colores y formas en la naturaleza; precisamente por ser una fuerza tan poderosa, puede resultar muy destructiva, como ya sabemos por la experiencia de maremotos, tsunamis, tormentas, lluvias torrenciales…

También en el hombre, los sentimientos y emociones pueden llevarle a tocar el cielo con las yemas de los dedos y arrastrarlo a las simas más profundas del dolor y del odio.

La humanidad está plagada de hechos luctuosos en los que los sentimientos encontrados de los hombres han chocado y terminado de forma trágica. Sin embargo, lo esperanzador de este elemento es que es purificador. El agua nos limpia, nos libera de lastres, purifica nuestro cuerpo por dentro y por fuera. Sin agua no podemos vivir. Sin sentimientos no podemos vivir.

Dentro de las emociones y de los sentimientos, existe una amplia variedad, una línea que abarca todo el espectro entre los extremos. De nuevo puede ayudarnos a ir mejorando nuestra calidad emocional y sentimental la conciencia que tengamos de la vida, de nuestra vida y de nuestro papel en ella, para ir evolucionando en esas respuestas emocionales a nuestras expectativas y a nuestras frustraciones.

Podemos considerar que siempre tenemos libertad de respuesta ante lo que sucede. Nadie nos obliga a repetir las respuestas; somos seres creativos que podemos idear nuevas acciones, más centradas en nuestra seguridad como seres válidos para la vida.

El agua nos muestra, físicamente en la vida, en su proceder, con nosotros y con toda la naturaleza, lo que nosotros podemos hacer, si lo deseamos, con nuestras emociones y sentimientos. Podemos llegar hasta el fondo de ellos, examinarlos, limpiarlos de cualquier adherencia que no forme parte de la vida sentimental, sino de la ambición, por ejemplo.

Cada ser humano es una pequeña tierra con sus ríos y mares. Nosotros albergamos y amamos nuestras aguas, agradecemos su trabajo constante para que nuestra vida sea sana y se mantenga lo más fuerte y duradera posible. Ellas nos atraviesan, nos nutren, nos hidratan, nos limpian, nos llenan de emociones mezcladas con el aire de nuestros sueños y anhelos, de amores que a veces se evaporan, que cambian como las mareas. Las aguas nos muestran ¡tantas cosas de nosotros mismos, de nuestra vida interna…!

Pensemos en la preciosa sangre, esa combinación perfecta, si está equilibrada, de fuego, aire y agua, ¡qué belleza de metáfora ese río interno que continuamente nos da vigor, calor, amor, color, deseo, mientras va limpiando el sufrimiento, el hastío, el cansancio, el aborrecimiento y la desesperanza! Las mareas nos enseñan, igual que las estaciones, que hay ciclos, que la vida parece repetirse, pero siempre es distinta. Pasamos por acontecimientos parecidos, similares, pero ¿qué ocurre en nosotros?, ¿los vivimos de la misma forma en cada ocasión?


Nosotros amamos el agua, como la tierra ama el agua y permite que ésta le recorra y penetre en sus profundidades. Sin ella, nuestra vida y la de nuestro planeta, sería imposible. El agua es simbólicamente la manifestación de nuestros sentimientos y emociones, sin ellos ni ellas, la vida que conocemos no sería posible. Nuestra vida es emocional, así aprendemos. Nuestras elecciones son sentimientos, tendencias. Nuestras metas llevan más o menos evidenciadas las emociones y los sentimientos consiguientes.

Nuestra vida planetaria y personal es emoción y sentimiento. Estas emociones pueden ser constructivas y mejoradoras de la vida y su expresión o perjudiciales. Ahí nace la enfermedad del planeta y de nuestro cuerpo. Nuestra salud y nuestra enfermedad tiene un gran contenido emocional, pues toda la vida lo es.

Cuántas veces más que amar a alguien deseamos dominar y cambiar, transformar a nuestro antojo lo que no es como desearíamos. El control sobre la vida del otro ¿no podría llamarse más ejercicio de poder que amor? Hay todavía muchas personas que ignoran que eso no es amor más que a sí mismos, no al que dicen amar.

El agua nos enseña también a adaptarnos a los cambios, a aceptar la vida. Las aguas son flexibles, como nuestras emociones; son reidoras, cantarinas. Nuestros sentimientos pueden ser bellos y también hacernos sentir alegres. Ella nos muestra como un espejo perfecto lo que sucede en nuestro interior.

Nosotros podemos elegir qué vamos a nutrir para que crezca en nuestro mundo, en nuestra vida.

El cuarto elemento es la tierra, nuestro cuerpo, lugar en el que se desarrollan todos los elementos y dan forma a las conductas de una manera más constante y visible que favorezca el aprendizaje, no sólo porque nos permite examinar nuestra forma, nuestra vida; sino porque nos posibilita contrastarla con la de los que nos rodean, de los demás seres, de los demás hombres y mujeres.

La tierra permite que todo el trabajo anterior se manifieste como un fruto, por eso es la parte más pasiva, generosa y permisiva. Los demás elementos se mueven en ella o sobre ella para irla cambiando en su forma, en su expresión.

La tierra representa el resultado hasta el presente de los tres elementos primeros y de su trabajo.

El nombre que le damos al planeta adquiere verdadero sentido cuando tenemos en cuenta que en el elemento tierra se manifiesta el resultado de la combinación de todos los demás elementos, que su cuerpo nos permite experimentar con nosotros mismos y con ella en nuestros proyectos creativos, dando pie a una evolución más rápida y consciente a través de la captación de esos resultados desde nuestros sentidos, también nos ofrece la posibilidad de observar los resultados de los otros seres, aprender de sus aciertos y de sus errores. La vida, observada de esa forma, adquiere una belleza y perfección que nos llena de gratitud inmensa por poder experimentarla.

Nuestro cuerpo se transforma por la labor de la conciencia, del pensamiento, del sentimiento y de la emoción. Nuestro arte, nuestra ciencia, nuestras observaciones y expresiones más valiosas son manifestaciones de esas conexiones llenas de luz entre los cuatro elementos que nos forman.

La conciencia, la luz, el fuego es quien da orientación a todos los demás. Sin esa luz, el barco iría a la deriva o girando siempre en círculos repetitivos y compulsivos.

La vida se nos muestra llena de sentido a través de la metáfora, del elemento simbólico que muchas veces olvidamos o no tenemos en cuenta. El arte con mayúsculas está representando una espléndida función ante nuestros ojos, ante nuestros oídos, en nuestro exterior e interior. Podemos disfrutar de esta belleza que nos guía y nos enseña quiénes podemos ser, hacia dónde podemos caminar, si deseamos mejorar.

24-12-09 Isabel

Alba tardía

Tarde de estreno azul.
Dorada la alegría
y la paz del mar
tras las olas que ondularon
la arena hasta volverla limo
entre amarras y cenicientas orlas
una mañana de otoño.

Quedó en el aire un eco,
un no sé qué de añoranza
de tanto abrazo y movimiento:
mástiles se elevaban
como plegarias
a la oscura cúpula.

Ahora, sus cuerpos
izan agujas blancas,
quietas, como la luz.

Por el horizonte mar,
viaja un sol tardío
creando nuevas albas.

Tarde de un otoño adormecido
por el sol que vuelve:
verano… otoño…,
todo cambia, nada es nuevo.

24-10-09 Isabel

Silencios

Duro como un desgarro
es el silencio negro.
Ciego como un destino,
sordo a cualquier deseo.
Abandonado de todos,
se adueña del tiempo el miedo.

Todo el alrededor
se torna luz y alegría
cuando el silencio muestra
su transparencia y luz
besando con gentileza
su estreno y nacimiento.
Es como si el instante
fuera expresión de amor.

7-07-09 Isabel

Fuerzas y tensiones vitales. Apuntes hacia una reflexión

¿Pueden cuantificarse y diferenciarse todas las fuerzas y tensiones contrapuestas y afines que se hallan contenidas en una ola?

¿Cuántas notas y armónicos se hallan en una sinfonía?
¿ Soñará cada nota en que su sonido sea único, nítido, diferente y pondrá su voluntad en ello?, ¿acaso no sentirá el instrumento su importancia insustituible- por sus entradas, por su timbre específico, por su sonido, por sus pasajes, por su fraseado-fundamental para la obra?

¿Qué considerará cada aspecto, cada átomo, cada memoria celular que sabe lo que ha vivido, que conoce por su experimentación lo que ocurre en la vida?
¿Qué puede hacer cada elemento que ha desarrollado su experiencia en la vida para dar a conocer lo aprendido?

La vida está llena de experiencias contradictorias que desmienten una realidad única y uniforme.

¿Qué da unidad a la ola? Quizá, su dirección, su propósito: avanzar y desembocar en otra , diluirse tras el estallido en la roca, acariciar la orilla y penetrar con suavidad en la tierra para refrescar su cuerpo, para calmar la sed, jugar, viajar como ola por un camino incierto y plagado de tensiones y dinamismo…

Superficialmente, el comportamiento de una ola es siempre semejante y, sin embargo, hay tanto misterio por desvelar…

La ola y el ser humano tienen algunos puntos en común. Ambos ignoran en qué momento han nacido y por qué, tampoco saben hasta cuándo serán ola y hombre o mujer. En ambos casos, no hay un sujeto igual a otro. Las olas son todas diferentes, aunque tienen en común esa naturaleza que las constituye en olas y no en otra forma.

Los seres humanos somos todos distintos, aunque nuestra naturaleza es común a todos. Tanto la ola como el ser humano, por el camino del vivir como tal ser único, pero unido a otros de su especie, van aprendiendo que deben fluir con la corriente principal que les va dirigiendo hacia un destino específico, pues oponerse a fuerzas superiores es simplemente inútil y doloroso. Quizá la ola no tenga exactamente este pensamiento, pero podemos continuar creyendo que también puede tenerlo, aunque nosotros ignoremos qué sabe y qué no.

Podríamos considerar que en ambos casos hay un sentido más allá de la muerte, es decir, de la descomposición de la forma o formas y tamaño del cuerpo y de la identidad que en ese cuerpo cambiante, dinámico, se alojó como algo singular.

En el caso de la ola ignoramos lo que va más allá del movimiento magnético y mecánico; pero en el ser humano, podríamos considerar que tiene al menos un objetivo claro: aprender y evolucionar como especie y como individuo.

Todos hemos comprobado- al menos si hemos vivido lo suficiente- nuestra propia evolución, nuestro mejoramiento desde el egoísmo más burdo original hasta el grado de generosidad, de comprensión, aceptación y bondad a la que haya llegado cada uno.

Algo impulsa a nuestra naturaleza a mejorar comportamientos, conductas, actitudes.
¿Qué fuerza superior representa ese impulso?

Las experiencias y la evolución siempre caminan en un sentido, y así debe ser también en todo lo que existe, porque en este universo no hay distintas leyes, todos estamos sometidos a las mismas.

La energía no se destruye, se transforma. Lo vemos en la ola, en las aguas que van penetrando en la arena, moviendo su cuerpo, uniéndose, separándose...

¿ Y qué diríamos de la música? La obra discurre a través del espacio y linealmente, de forma que llega un momento en que todas esas tensiones, esas fuerzas, sonidos desatados y organizados estéticamente por la mano del artista, del que tiene el sentido general, además del particular, llegan a su fin; pero en el camino han producido exquisitas armonías, pasajes líricos, misteriosos, exaltados…, es decir, experiencias del sonido y del aire, que se ve afectado por esos timbres armonizados para conseguir expresar los sentimientos, las emociones y las vivencias del artista.

La música- todos lo sabemos- es una experiencia transformadora para el ser humano, para los seres vivos. Todos estaríamos de acuerdo en que el artista se ve transformado en el proceso de su propia creación y después. También en que su obra tiene el don de poder transformar a los que la escuchan- naturalmente si ellos desean ser transformados-. Si están abiertos a ese cambio, será mucho más rápido, fácil y eficaz.
Los animales aman la música. También hay experiencias sobre la acción de la música en el mundo vegetal. Me pregunto ¿no se verán afectados por los sonidos los elementos, los minerales...?

Pensemos en el lenguaje. También la palabra hablada tiene ese don. Cómo nos daña escuchar a alguien gritar o hablar con agresividad y violencia. Cómo nos gusta escuchar una voz amable; una dicción correcta, un habla serena, pacífica y comprensiva con el receptor. Resulta un bálsamo en las antípodas de la opción anterior.

Si observamos un poco, toda la vida parece aspirar a expresar y desear la belleza. Ese parece el plan de la Naturaleza.

El bien y la belleza están íntimamente relacionados en nuestro sentido vital.
Nuestra aspiración a la felicidad siempre relaciona ambos conceptos.

El amor está incluido en ambos, porque el amor es el mayor bien al que aspiramos y la mayor y más alta expresión de belleza. El amor incluye el respeto al otro, el trato amable, el saber escuchar las necesidades del otro, el considerar su dignidad, el reconocer su libertad intrínseca para construirse, para asociarse con nosotros, para alejarse.

Muchas veces se confunde el amor al otro con el amor a uno mismo y, sobre todo, con el deseo de posesión del otro, con el deseo de dominio, de poder sobre la voluntad y la libertad del otro; pero algo en nuestro interior sabe que ese concepto de amor es involutivo. El amor siempre lleva incluido en sí la libertad del ser. Sólo así el amor forma parte de la belleza de la vida; porque es como la vida nos ama, permitiéndonos ser, elegir, hacer, construir. No nos pone más límites que los que nosotros mismos deseemos.

La vida nos da la oportunidad. Nuestra libertad elige en qué forma participa. Ese constituye el verdadero amor al otro: permitir y favorecer que desarrolle todo lo que su naturaleza profunda elige experimentar y desarrollar.

Todo nuestro alrededor- y nosotros con él -parece formar parte de algo superior o quizá sería más adecuado pensar que somos parte de una corriente con sentido vital más allá de lo visible, y que su mejora, su progreso también llega a reflejarse en el mundo físico y social. Esto es así para cada uno y para todo nuestro colectivo, y probablemente ocurra lo mismo en los otros colectivos, pues también forman parte de eso, desde su forma específica .

Todos los colectivos tienen elementos fundamentales en común unos con otros, es decir, que todos somos uno, tenemos las mismas leyes y dentro de nuestra forma, nos sentimos afectados por los sucesos de cualquier naturaleza posible.

En nuestro cuerpo se hallan contenidas tantas formas, emociones, energías diversas, que se agrupan, enfrentan, acobardan, entusiasman, aburren, en fin, ¿cómo no plantearse quién debe dirigir todo ese caos de fuerzas afines o enfrentadas? Claro, se nos dirá que es la personalidad, quizá en lo aparente pueda serlo, y de ahí muchos de nuestros problemas de relación.

Creemos que debería ser la conciencia; pues ella es la única que puede explicarse, aceptar y dirigir de la mejor manera posible ese caos.

El artista se encuentra con un impulso que le lleva a crear como una necesidad, pero muchas veces ignora el resultado de lo que va creando mientras está en ello, lo mismo le pasa a la conciencia, pero es ella la que debe llevar las riendas siempre.

La personalidad se bloquea rápidamente ante los problemas. La personalidad repite una y otra vez experiencias y patrones. La conciencia ve más allá de los hechos, observa los objetivos que esos hechos esconden y los acepta como parte de esa mejora, de esa evolución necesaria de la materia más grosera en algo más sutil, de la luz de baja vibración en la luz más alta.

La conciencia está relacionada directamente con el corazón, porque sólo se puede de verdad amar cuando se tiene confianza en que el amor es la expresión más alta de la vida, es la forma mejor de vivir y de trabajar, de ser y expresarse.

Cuando el ser no está en esa conciencia de amor, se halla dominado por la personalidad y entonces el control, el miedo a ser controlado por lo externo, la ambición y la codicia son expresiones habituales. La manifestación externa de una ansiedad interna proveniente del miedo.

El miedo se halla muy presente en nuestra vida. La humanidad ha sufrido experiencias muy dolorosas y lleva esa carga como un lastre, incluso ante situaciones en las que no hay riesgo físico real; muchísimas veces son miedos emocionales.

La energía que nos compone recuerda esas vivencias, algunas pueden no habernos pertenecido directamente, pues, por ejemplo, asumimos que hay personas que son más miedosas. Hay algunos que temen a los perros, aun cuando nunca hayan tenido una experiencia directa con ellos o antes de haberlas tenido. Otros tienen fobia a las aves, a las gallinas, etc.., en fin, todos conocemos a personas que están traumatizadas por experiencias teóricas o anteriores a sus experiencias personales.

Lo mismo podríamos decir respecto a las personas muy abiertas frente a otras que son muy tímidas y cerradas. Pueden haber tenido el mismo tipo de vida y experiencias, pueden ser amigos y haberse reído de cosas comunes, pero la realidad es que ya nacemos diferentes. Luego, esa diferencia se puede acrecentar con nuestra propia vida o disminuir, dependiendo de las experiencias a las que nos someta o nos dejemos someter; pero ya antes de ellas hay una realidad plausible, visible y diferente, que la vida y nuestra conciencia tratará de poner a prueba para evolucionar y mejorar.

La inteligencia, la astucia, el protagonismo, la delicadeza, la sensibilidad… estas y otras palabras que encierran conceptos muy importantes están formando parte de” esa ola” que constituye nuestro ser a lo largo de la vida.

Dependerá de nuestra respuesta, de nuestra voluntad, de nuestra confianza, de nuestra conciencia, el grado de evolución al que lleguemos.

Esa será nuestra principal herencia para nuestros descendientes y, sin embargo, qué poco se tiene eso en cuenta en nuestra sociedad.

Si todos actuáramos con esa realidad presente, la vida en la Tierra sería mucho más evolucionada y el ser humano mucho más agradable y bello.

En una planta hay una fuerza que tira hacia abajo, para volverse raíz y otra hacia arriba para buscar el cielo.

En nosotros también aparecen estas dos energías: una nos impulsa a creer que somos terrestres, otra nos eleva hacia regiones mucho más sutiles y delicadas. Esta última es la celeste, aérea, menos práctica,aparentemente, y más soñadora; pero es la parte más progresiva y elevada con la que contamos en nuestra composición paradójica.

Ambas son imprescindibles para que la evolución sea consistente y no un sueño de una noche. Necesitamos ambas, pero ¿ quién debe llevar las riendas de nuestra evolución y quién lleva la tendencia a la repetición? Ambas necesarias, ambas enfrentadas, sólo la conciencia puede arbitrar el grado de poder o la parcela de poder que concede a cada una.

La fuerza terrestre nos impulsa a la repetición. La celeste, a la creación de nuevos caminos.

Las pasiones son ya conocidas por todos. El hombre de cualquier cultura y época las ha experimentado en sí mismo. Llamaremos pasiones inferiores a aquellas que nos vienen dadas en común con otros animales. Es necesario comprender que suponen aspectos muy valiosos en los que el ser humano debe apoyarse para su trabajo vital y evolutivo. La naturaleza humana muestra su mejora cuando es capaz de expresarlas en manifestaciones más elevadas y generosas, trascendiendo y mejorando lo recibido y dejando como legado otras respuestas más elevadas y originales.

Trascender una pasión implica una conciencia y una entrega propia del que está abriendo nuevos caminos, que no repite lo que casi todos los hombres de todas las épocas y culturas han hecho hasta ese momento por instinto. Supone también separarse de la naturaleza animal primitiva que nos une a otras especies.

Lo humano específico es la vocación vertical o celeste llevando en sí con dignidad su evolución, tatuada en toda su energía, en algunas personas especialmente.

La historia de la humanidad nos ha presentado entidades modélicas que han sido conscientes de su vocación vertical y que han dedicado su vida a servirla. Estos son modelos en los que nos podemos mirar, modelos dignos de la vida evolutiva.

Cuando uno tiene la conciencia alerta y despierta, su modelo es su conciencia, su voz interna, limpia de miedos y de otras pasiones. El ser que está arraigado a la tierra y tiene el corazón abierto y la mente en el cielo, sabe de sus debilidades, de sus puntos frágiles, es consciente de su evolución, la cuida, procura ser fiel a la misma, está abierto a los cambios que la vida le presenta, confía en que la vida sólo puede proponerle lo que le va mejor para su propia evolución, para la mejora de sus experiencias, para curar sus miedos o experimentarlos hasta la saciedad y cansarse de ellos.

Naturalmente, todo esto es reflexión teórica, la práctica es más difícil; pero el
camino a seguir sería algo semejante, según nuestro punto de vista, claro.

Isabel, 2009

Vertical

Vertical te llamo,
hija de la luz
hacia la que tiendes,
como si corrientes celestes
te izaran y jugaran contigo
a imantar tu pensamiento,
impulsando y entorpeciendo tu sueño
de elevar hacia lo infinito
tu identidad y proyecto.

Alma, recipiente y espejo
en el que bulle la vida
y resiste los embates del olvido.
Las sucesivas voces van llegando
a su círculo y meta
en donde su poder
comienza en silencio el camino
de nacer hacia afuera,
hacia la opacidad de la materia

Los ojos vivos ahora
olvidaron la existencia de otros ojos
fuera de sí mismos,
más allá:
allí donde los ecos
de voces lejanas llegan
y laten durante siglos y eras,
allí donde el tiempo
se teje sin minutos ni horas
porque todo es completo,
allí donde el primer sueño creado
esperó su turno
sabedor de que todo tiene su perfección única.

Sueños, vida interna creadora de mundos nuevos,
amo vuestra presencia;
la vida vive en mí
cuando puedo entender vuestras tretas y observar vuestros gestos
mientras algo muy íntimo sonríe en silencio.

18-3-09 Isabel

Huyendo

Apenas un instante me miraron.
Sonreían y, huidizos,
escaparon de un secreto peligro
buscando su refugio
en otro espacio
que no los conociera.
Quedó confusa mi sonrisa,
como niño entre una multitud,
en un vacío súbito.

8-06-09 Isabel

Elementos

Pasa el tiempo
atravesando formas,
llevando entre su danza
fragancias y gestos
de cantos y flores,
improntas y risas,
encuentros…, adioses…
..........................

Piedras de extintos castillos
contemplan las manos y los ojos
que pasean admirados por sus cuerpos.
Terminarán su periplo
en la nada de un vacío
pleno de historia, sin memoria ya,
cuando ningún resto quede
de su grandeza y protección
contra enemigos y elementos.
............................

La nada es su sino,
ese silencio abierto,
potencia en la que el fuego
ayuda al aire a sembrar
la nueva idea
para que comience a brotar el sueño:
espejismos que el agua y el viento
modelan en la constancia de la tierra,
abonada con la fragilidad
de las memorias y experiencias de sus hijos.
................................

La nada,
temor al silencio oscuro
que amenaza a lo fugitivo,
suelo primigenio
que permite las formas
de sueños que desaparecen
sin más huella
que la memoria integrada,
inconsciente de serlo.
..................................

En los instantes sagrados del infinito,
el vacío es el rostro dócil de la eternidad
junto al deseo de creación y juego.


21-3-2009 Isabel )

Inspirado amanecer

(Etenir - Clarinete y piano)

Clarinete alado,
tímido hálito fluido,
silfo anunciador del alba,
en las sombras de misterio, 
el piano, voz delicada,
sueña contigo en el aire
la melodía sutil
de un eterno amanecer
entre melismas de encaje.

Como transparencia y bruma
reveláis ambos la vida:
luz que disuelve la noche
del olvido y la quietud.

Inspiradas emociones 
se propagan por el bosque,
impregnan el verde dormido,
desperezan  la nostalgia
que se albergaba en sus brazos.

Todo el espacio es dulzura.

Juntos llenáis de color,
              entre juegos de oro y agua,
un mundo que estalla en luces.

              Deleitándose los árboles
mecen su erguida presencia
revelando su esperanza,
prisionera de  ese espacio
              en un fuego que es deseo,
             sumo gozo y placidez de sus frondas.

              El devenir se abre incierto:
cruzan las sendas estrechas
el dominio vegetal,
              como líneas de la mano.

Pero vuestro cuerpo es aire
que engarza y une las notas
en su viaje  entre los átomos
y la piel de filigrana.

Esta mañana reciente
se recrea  la belleza
de los sonidos del bosque.

¡Plenitud!¡ Feliz concierto!

              Queda cautivo el entorno,
extasiado  en el lirismo,
en la inocencia profunda
de vuestra fe en lo intangible,
en  vuestro amor y deseo.

Textura de magia y arte
luce en el ámbito íntimo.

Mas la alegría es volátil
y el instante, huidizo.

El recuerdo es ya nostalgia.
Abrazados  piano y tú,
llegan las notas finales.

La despedida es presente.
Fluye en  los lentos compases
la corriente hacia el silencio.

Vértigo de lo efímero,
del adiós de eternidad.
Es el tiempo del sintiempo.

El aire inhala silencio.
En el alma,
vibran acordes suspensos:
espejismos  de sonidos,
              ecos que pueblan vacíos:
espíritus de bosque y luz.

Isabel

Lectura heterodoxa de las Habaneras de JM Gutiérrez Segovia

JM Gutiérrez-Segovia

Introducción

La idea de escribir estas anotaciones de tipo existencial y sentimental a partir de las Habaneras de José María Gutiérrez Segovia nació intuitiva y espontáneamente.
Siempre he creído que la música nos habla desde un lenguaje cifrado a nuestro ser y, como todo el mundo, he experimentado también cambios de humor o de ánimo a partir de la audición de una determinada pieza musical.
En este caso, lo que sucedió fue que disponía de una versión que el mismo autor había realizado con el ordenador a partir de la petición de una editorial.
La copia no podía recoger la letra, escrita por el propio músico, pues era una interpretación de un programa de ordenador.
Comencé a escucharlas y me fueron hablando y cautivando las canciones cada vez con una mayor profundidad.
Distinguía elementos que, de pronto, se volvían muy evidentes y que tenían que ver con su sensibilidad artística y humana.
Cuando le comentaba a su creador algún aspecto que me admiraba en su composición, me aconsejaba que dejara de escucharlas, que me iba a cansar, si continuaba con tanta insistencia; pero no sucedió como él temía, sino al contrario, fui afinando más mi comunión con la música y, un día, sin pensármelo, le dije que tenía ganas de explicar qué me comunicaban esas canciones, independientemente de la letra que él les hubiera puesto, qué contaban de sí mismo, qué explicaba la música, desde mi punto de vista, más allá de lo que él hubiera decidido decir.
Le pregunté si le importaba que hiciera el ejercicio. No le molestó que intentara ese experimento con su música y conmigo misma.
Pensé que aprovecharía el no disponer de la letra de las canciones para comunicarme directamente sólo con la música.
El resultado del ejercicio son los comentarios que vienen a continuación. Para mí ha resultado interesantísimo y, desde luego, ha confirmado mis expectativas más optimistas y audaces en relación con la comunicación de la música por sí misma.
Me siento muy agradecida y afortunada por esta oportunidad que José Mª Gutiérrez Segovia me ha ofrecido de conocer su música y de contar para este trabajo con su beneplácito.
Creo que la música es una terapia natural que el hombre utiliza muchísimas veces de forma adecuada y otras, sin saber que está usando un medio muy poderoso y no ha tenido en cuenta su orientación ni objetivos, es decir, de forma inconsciente.
Diríamos que generalmente el ser humano escucha música porque le gusta y, desde niños, nos han hecho cantar o escuchar canciones para muchos de nuestros actos cotidianos. Si la música se utilizara terapéuticamente, si se investigara más en los efectos que ésta produce en los seres vivos, muchas de las medicinas que tomamos podríamos suprimirlas, porque ya no llegaríamos a extremos de morbidez como los que a veces sufrimos.
La música es uno de los medios mejores para alcanzar un equilibrio y comunicación con nuestra realidad más profunda, con la experiencia del ser. Puede objetárseme que el hecho de que la música mejore el estado subjetivo de alguien, no significa que cure una enfermedad ya declarada. Creo que, aun siendo cierta esa observación, si la música fuera adecuada y suficiente para las personas, no harían falta otras cosas que, algunas veces, tampoco sirven para mejorar ni tan siquiera el estado subjetivo del paciente, sino los síntomas externos temporalmente o las molestias causadas a los demás; por otro lado, ¿no es cierto que cuando estamos bien por dentro es cuando estamos mejor también físicamente? ¿Existe una forma objetiva de medir el grado de satisfacción y de felicidad y adaptación de alguien al hecho de vivir o es siempre algo subjetivo? Uno se siente conforme y de acuerdo con su vida o no. Los demás pueden ver una apariencia; pero todos sabemos que eso nunca nos dice lo que el ser siente, sólo cada uno lo sabe en cada momento.
El conjunto de Habaneras que voy a intentar comentar pertenece a ese tipo de música de calidad, terapéutica, música vertical la llamo, porque, aun sin despegarse de la realidad del género ni de sus características rítmicas, sus acordes y melodías consiguen traspasar la barrera de la melancolía y de la pérdida (que son experiencias profundamente humanas y horizontales) para elevarse hacia una afirmación constante y positiva del vivir, porque muestran la paciente existencia y la aceptación profunda de la vida, el deseo de crecimiento progresivo, de mejoramiento personal, de valentía y serenidad ante los retos e infortunios.
Es como si el músico –músico y poeta– fuera un marinero y expresara su deseo de vivir a favor de lo que la realidad le manifiesta, esperando encontrar en ella la clave para continuar el viaje. Esa aceptación implica una gran docilidad y dosis importantes de humildad en una cultura que siempre nos ha mostrado como ideal el marchar contra corriente.
Hay momentos en que esa aceptación le pesa y lastra su avance, pero siempre encuentra un motivo que transforma en música, y lo tranquiliza, y lo eleva sobre cualquiera de esos condicionamientos, y le permite alcanzar la belleza y la luz.
Sus melodías son delicadas, íntimas, líricas, con notas brillantes. Sus acordes son complejos, llenos de bellas combinaciones, como la propia vida.
No hay concesiones a lo fácil, porque sea una género tradicional o popular; las canciones están tratadas con la nobleza y rigor del gran compositor. Escucharlas constituye una verdadera delicia.
Su paz, su exquisitez, su optimismo, su deseo de belleza y pulcritud, su elegancia y cortesía van impregnando al oyente, que desea instalarse a vivir en esa realidad.
Sus letras – ahora sé– nos hablan del amor por la libertad, de la soledad y de su aceptación, del amor y su búsqueda, del amor y su encuentro, del mar y del viento, de la vida y de los diálogos internos del ser humano.
Son piezas que deberían poderse oír también en espacios cerrados: auditorios, teatros…, pues su tejido musical se descubre en silencio. Creo que todos esos elementos, en cada una de las canciones, son imprescindibles para que el mensaje cifrado llegue al oyente, es decir, para que su misión terapéutica se cumpla con eficacia.
Yo he tenido el privilegio de poder escucharlas muchas veces, de que formen parte de mi vida y me acompañen en mi realidad cotidiana. Y puedo asegurarles que muchas veces mi estado de ánimo se transforma cuando las piezas van mostrándome esa realidad del músico-poeta.
En sus Habaneras, distingo dos formas predominantes de actuar su voz interna y de crear su música –naturalmente son muchas más–, pero esas dos actitudes son las básicas, pues las diferencias y combinaciones de ambas pueden resultar infinitas en sus grados y modos; una es la actitud resolutiva y masculina, ejecutante, actante. La otra es la actitud lírica y poética, más sentimental y femenina, más romántica y soñadora. Su lírica poética se manifiesta a caballo entre ambos modos, variando su respuesta, según la circunstancia o su estado anímico.
El arte es la expresión de gozo y del exilio, de la posibilidad y de la impotencia. Es el desahogo del que teme ser dividido o engullido por lo ajeno o lo desconocido propio y consciente o inconsciente – sea o no propio–.
El verdadero arte es sanador, el alma humana aspira a la belleza y la busca fuera y dentro.
Sé que no he inventado nada con esta idea, pero igual que otras personas la he incorporado a mi vida.
La personalidad humana muchas veces ha olvidado su alma y ésta se marchita y enferma. La música, la buena música, da alas al alma y le permite soñar lo que siempre deseó y que el hombre desconectado ha olvidado.
La música de José María Gutiérrez Segovia es expresión del alma, porque él es un alma, apenas encarnada (broma que cualquiera que lo conozca entendería).
Este sencillo comentario es un homenaje de gratitud y reconocimiento a su genio creador.

Cuaderno 1
Entre el agua y el viento (sección I)


1 Sentado junto a la orilla
Los primeros acordes ya nos sitúan, como oyentes, junto y frente al mar. La mirada perdida entre sus olas, en su vaivén. El poeta músico parece compenetrado con ese movimiento fluido de la vida en el mar y nos invita con su canto a aceptar lo mejor de cada instante y él mismo se decide a entregar lo mejor de sí mismo para construirlo.
El canto de progreso general se torna afectivo, no sabemos si con la vida misma o con algún ser en especial en ella. Sin embargo, hay una melancolía latiendo en medio de ese canto esperanzado, atenuando un poco la posibilidad de lograr los objetivos audaces que parece haberse propuesto, mostrándonos que ha conocido el sentimiento de frustración y que un resto, algo así como un eco, está ahí junto al deseo de lo mejor. La melodía procura, a través de ciertas notas que aportan color y destellos brillantes, unirse a un vivir más optimista y fecundo. Su melancolía jamás cae en la tristeza. Una suerte de elegancia de su espíritu le preserva de dejarse llevar por esa tentación.
Encontramos, por tanto, una de las características constantes en este compositor: conoce el dolor, pero eso no le derrota, sino que siente en sí mismo la fuerza para continuar el viaje lleno de dignidad y nobleza de espíritu.
2 Mirando al mar
Parece que el músico-poeta se halla solo. Habla con sus sueños y consigo mismo. Nos invita a escuchar cómo lograr sus objetivos: construyendo de forma constante su mundo, independientemente de lo que a su alrededor ocurra.
Conoce perfectamente la situación de su presente, no huye de ella; pero aspira a mejorarla, aceptando lo que tiene en su interior para lograr transformarla, como si nos dijera: “ante lo que no sale, constancia y apoyo en los pilares de la propia visión, de la propia vida; ante lo imprevisible, rectitud”.
La segunda parte parece querer decir en voz alta que su fortaleza y voluntad van a conseguir que sus objetivos lleguen a buen término.
Su actitud reflexiva y comprensiva nos invita a integrar estos aspectos en nuestra vida.
3 ¿Cuándo vendrás a mí?
La música nos habla de forma delicada y dulce de ese deseo. Manifiesta esa sensibilidad exquisita, capaz de amar profundamente la vida y los seres que encuentra en ella. De nuevo, ese deseo de mejora, de encuentro luminoso y pleno de gozo. El músico-poeta es aquí el enamorado que habla con su amor y le propone cariñosamente su unión. Su voz se vuelve absolutamente afectuosa y su vitalidad se llena de ternura y optimismo.
El poeta busca el sueño, el paraíso anhelado desde la expresión y el sueño de amor.
Dialoga también con su razón sobre lo que es posible; pero continúa empeñado en alcanzar su deseo. La mano izquierda es como si le sirviera de confirmación en la seguridad de sus propuestas.
El final podría indicar la expresión de ese logro.
4 Marinera
En un tono sosegado y reflexivo, más grave al principio y aligerándose después, va desgranando las razones por las que solicita su unión con la mujer que ha elegido. Podríamos llamar a la pieza Razones de un amor, inspirándonos en el título del libro de Pedro Salinas. Ella despierta todos sus deseos a través del repaso de sus virtudes.
La segunda parte nos muestra el deseo de construir ese mundo soñado junto a esa marinera. La melodía le traza planes concretos, le explica los paisajes posibles de esa relación.
Es optimista; vuelve a recoger lo reflexionado y a confirmar su deseo de estar con ella. Considera que su unión será dichosa y bella.
Hay más razonamiento que en las anteriores habaneras, pero su sentimiento es cálido y entrañable.
Su voluntad, decidida y expresada directa y sencillamente.
5 ¿Marinera, dónde estás?
En esta pieza da la sensación de que su autor está reflexionando de forma laberíntica. Su contenido parece contradictorio con la pieza anterior. Sus pensamientos obsesivos le llevan a una situación que él mismo decide quebrar en la segunda parte.
El poeta halla la salida del laberinto y vuelve a construir su mundo hacia la verticalidad. Camina por su senda, la repasa, como asegurándose de que es posible esa vivencia. Después, de nuevo habla consigo mismo y todo parece indicar que toma la decisión firme de creer y crear lo que desea y, mientras la espera a ella, comienza la construcción del mundo para los dos.
La música es reflexiva y refleja, ensimismada. Es un soliloquio, pues más que monólogo interior parece hablar en voz alta, con argumentos elaborados. Es una de las piezas en que más se ve la argumentación para tomar decisiones en su vida. Él cree en su amor. Al final, el acorde suena melancólico. La duda permanece.
6 Entre el agua y el viento
Barcarola, vals precioso en el que agua, por la acción mágica de la música, es elevada gozosamente por el aire, que la abraza y la lleva rítmica y delicadamente, con alegría y dulzura. Las notas cantan el gozo de vivir y de participar de esa experiencia de rotación e impulso hacia las alturas.
Es como si el tiempo se hubiera confabulado con los elementos para que éstos vivieran el mismo amor que el poeta sueña en su más íntimo ser. La pieza podría constituir una especie de ritual lúdico: las breves pausas son respiros que les sirven para impulsarlos de nuevo hacia una ilusión siempre creciente; jamás aparece el desmayo ni el cansancio.
La música es realmente la danza de los elementos en un juego armonioso y rítmico en que todo es, al mismo tiempo, natural y libre y ordenado, como el cosmos, como la propia naturaleza, la unión y el baile se hallan sujetos a unas leyes.
Todo forma parte de algo, como una perfecta pieza de relojería engarzada en un sistema. Esa perfecta sincronía no produce ausencia de libertad ni ausencia de sorpresa y alegría, sino exactitud cósmica, pulcritud y ritmo perpetuo de la vida. La vida es ese movimiento dinámico, libre y medido.
Es una expresión de la alegría armoniosa, como el movimiento de los astros, pero imparable, igual que la vida de todo el universo.
Dicha vital y amor “ad infinitum” en esta hermosa Barcarola, que es una afirmación del gozo de vivir.
7 Cuando sopla Sur
La canción comienza construyendo la realidad, como el deseo de una voluntad que se esfuerza por vivir y salir de una situación rutinaria o de desánimo.
Se intuye una decisión profunda de cambio interior para crear un mundo más satisfactorio y amable.
Las notas remarcan, tanto con su ritmo como con la melodía, esa necesidad de fluir hacia una vida más afín a los valores del poeta. La esperanza se va abriendo paso a medida que la canción avanza porque esa voluntad irrenunciada construye la canción.
El poeta conoce momentos mejores, pero sabe que una voluntad profunda termina haciendo posible una forma material o física y, por eso, él continúa, ajeno a lo que le rodea, construyendo las bases primordiales de eso que él desea.
8 Viento de caña dulce
El músico-poeta muestra en esta pieza un lirismo muy evidente. Imaginamos que habla con el viento a través de la melodía dulce y tierna, positiva; aunque el ritmo tan pautado recuerda en algo a ese esfuerzo por vivir. El poeta ama la vida por encima de la responsabilidad de amarla.
La atmósfera de esta canción es aérea, pero cercana a la tierra.
Vivir en la tierra puede resultar gozoso, parece decirnos, siempre que se tengan alas para soñar, para volar, como el aire entre las hojas, entre las cañas. Es un vuelo entre dulce y melancólico por el mundo de las formas, cercano a la tierra, rozándola con su eteridad y su silbo amoroso y delicado.
La música tiene detalles brillantes en la primera parte, que servirán de referente a la construcción de una felicidad posible en la segunda.
Sin embargo, hay raptos de sensibilidad herida, breves chispas de tristeza, muy expresiva.
Sentimos la sensibilidad del poeta a flor de piel.
9 Dile que estoy aquí
La canción parte de una soledad y melancolía del poeta que desea algo, en principio, difícil o imposible de alcanzar para él, según su subjetividad.
La melodía se construye con la dulzura, delicadeza y deseo de luz que siempre caracterizan la obra de José Mª Gutiérrez Segovia. Sin embargo, no está claro que gane aquí esa visión positiva, pues, aunque construye una realidad que se eleva, parece que le falte la fe; por ello, el deseo está teñido de melancolía y la música va paulatinamente mostrando el desánimo y carencia de fe en el propio mundo construido.
Nos presenta una paradoja: deseo y construyo, pero no disfruto porque no creo.
Es como si el ánimo estuviera más apesadumbrado y, a pesar de su contención, de su voluntad de construir la belleza y la calma, su elegancia queda perfumada de melancolía y cierta pesadumbre.
10 Entre sombras
El músico-poeta permanece solo en un estado de interiorización, hablando consigo mismo, construyendo su paz tras el contacto con el exterior, que ha podido quebrantar parte de su conexión interna; por eso, construye los puentes para penetrar de nuevo en su mundo interior, va tejiendo esa paz necesaria para poder acceder a su propio ser.
El diálogo es amable y fluido.
Poema lleno de espíritu positivo y soñador, jardín íntimo que no olvida el orden y la racionalidad confirmando y aprobando sus sueños.
Canción luminosa en la que el mundo se manifiesta como ascenso y encuentro consigo mismo para, posteriormente, volver a establecer el contacto con el mundo externo. Parece desapegado del pasado.
11 Entre el mar y yo
El poeta dialoga con el mar. Le ofrece su sentimiento dulce y delicado de entrega y amor. El mar, grave, acepta su donación.
La voz del poeta, representada por la mano derecha, construye un mundo nuevo, libre, como el mar construye el suyo; se siente seguro y feliz de contar con su apoyo. A medida que la pieza avanza, se oye al poeta cómo va conquistando la atención y el deseo del mar, no sólo el respeto y aprobación. La mano derecha lleva la iniciativa y el control; la izquierda, es decir, el mar –profundo y abismal– parece que ascienda un poco y desee ser cielo.
El poeta continúa elevándose, ascendiendo hacia el cosmos –al que anhela y a quien desea que también el mar conozca– pues en el suelo planetario, el mar es su maestro y confidente de su anhelo de libertad.
El poeta presta su inspiración para ayudar al mar en ese tránsito, que a él le resulta imprescindible para crear. José Mª Gutiérrez Segovia es un poeta aéreo, vertical. La canción concluye con el objetivo cumplido, se cierra conclusivamente.
12 Un puerto, un olor
Podríamos decir que en esta canción el compositor va por el viaje de la vida como un turista: gozando de la diversidad de sus paisajes y encuentros; buscador nato y agradecido, procura descubrir lo bello de cada instante y disfrutarlo; más tarde, lo integrará como parte de sí mismo y de su conocimiento del vivir, aceptando que él mismo forma parte de esa diversidad de paisajes que vuelven la vida amena y divertida.
Se ve afectado por un orden o rutina que le obliga y, aunque los acepta, le resultan una carga de responsabilidad de la que desea desconectar a través de su capacidad de crear con el cielo, cielo deseado y logrado a medias; pues la mano izquierda le pone límites a esos deseos de volar; pero creemos que el soñador gana la partida en esta canción.
Su espíritu libre es decididamente indomable y nos hace olvidar la tierra y su gravitación.

Entre el agua y el viento (sección II)


13 Desde el silencio
La canción parece comenzar con el inicio de un día. El día comienza con unos propósitos y objetivos.
Su programa es muy claro: la fidelidad a sí mismo y a la belleza, que él considera eje fundamental en su vida.
Desde ese silencio, reflexiona y repasa el programa y las virtudes imprescindibles en su mundo: cortesía, amabilidad, gentileza, orden, comprensión y bondad para crear esa belleza que desea en él y en su alrededor.
Considera la paciencia y constancia, la rectitud y la mejora personal básicas dentro de ese programa vital.
Ese día y en esta canción, manifiesta que la fe, en general, y la fe en la gracia, en particular, constituyen bastiones para la consecución de sus objetivos, es decir, una fe con mayúsculas.
Entendemos que esta creación es un símbolo de la vida. Creemos que su empeño se reafirma y su voluntad se fortalece mientras va escribiendo la canción.
14 Nací lejos del mar
La canción nos presenta la vida como una sobrecarga que se acepta porque otra cosa no se debe ni se puede hacer.
No hay sueños ni deseos esperanzados en la primera parte de esta habanera, sólo soledad y tristeza. Es un mundo gris en el que el poeta sobrevive sin brillo.
Sin embargo, la segunda parte se aligera y brota una nueva vida llena de color y gratitud, con gracia vital: ese gozo sin motivo que nos permite vivir con la seguridad de estar protegidos sin una razón especial.
El universo se ve como un lugar seguro y fácil; esta bondad se ve teñida, poco a poco, por la rutina y la obligación; aunque todavía conserva la esperanza y el deseo de ascender y soñar con los mejores momentos.
La última parte de la canción de nuevo se tiñe de gris, se lastra la esperanza anterior con la oscuridad inicial de un presente demasiado opresivo y la melodía se vuelve una queja, un lamento por no poder volar, como era su deseo.
15 Sabes a libertad
El poeta es aquí narrador protagonista.
Comienza contándonos, como una preciosa historia, su verdad de vida, su deseo, su experiencia y valoración de la realidad. Va explicando más minuciosamente esos conceptos.
El diálogo se vuelve sentimental, íntimo, delicado, poético y hondamente lírico. Su expresión jamás olvida la elegancia y la libertad internas imprescindibles para su existencia. Al afirmar su amor, se afirma a sí mismo y a su propia experiencia vital.
En esta canción, la mano izquierda ayuda a la derecha a la expresión de ese mundo que avanza como un canto de amor y de libertad, pues sólo puede florecer aquél si cuenta con ésta.
16 Dicen oír hablar de ti
El poeta habla consigo mismo. Se aísla del mundo por quien se siente juzgado e incomprendido y decide vivir independiente de la opinión que los demás tengan de él. Cuando ya ha tomado esa decisión, puede crear una realidad propia, libre y optimista, serena y amable consigo mismo y dentro de su mundo.
Esta realidad creada le permite tener mayor fuerza y vigor para no tomar en consideración las opiniones ajenas y extrañas. Vuelve a pensar en ese exterior, pero ya la independencia está marcada por unos acordes algo disonantes en su tejido interno, que parecen ironizar muy claramente sobre la distancia entre sí mismo y ese mundo ajeno, que opina y distorsiona su propio mundo y su música íntima.
Preciosa y genial la forma de expresar ese desencuentro entre dos mundos.
17 Vela al viento
El poeta es aquí un marinero que va a salir con su barca de puerto y desea alejarse por el mar abierto.
Desea marchar, quizá cuando sea de día. La mano izquierda le anima y le sirve de estímulo en esa decisión.
Ambas partes del poeta están de acuerdo, dialogan, exponen sus deseos y razones. Toman la decisión de salir al mar, la mano izquierda argumenta a favor de la libertad y le apunta un pensamiento ingenioso sobre la posibilidad de esquivar y zafarse de responsabilidades excesivas que ha ido tomando.
Tanto su racionalidad como su sentimiento van insistiendo en la necesidad de volver a esa libertad en la que brotará la verdadera vida.
La mano derecha, incluso, parece que se atreva a imaginar un esbozo de construcción vital, experiencial.
18 Mírale de frente
El poeta comienza con una afirmación de sus patrones consolidados. Después, comienza con una descripción del porqué de esa forma de existir. Desea continuar avanzando. Mirar atrás no tiene más sentido que observar lo aprendido a través de la experiencia de lo vivido. Sabe que el aprendizaje implica la integración de todas las lecciones.
Sus patrones básicos son: el optimismo, la fuerza vital, el impulso positivo hacia adelante–siempre acompañado ese impulso de la elegancia interna–, la autoconfianza en las decisiones tomadas, la autoestima personal, la expresión de la belleza ética y estética, la aceptación del paso pausado y constante de las cosas, sin precipitaciones.
Su intimidad estética expresada en su propia vida como: voz, música, gesto, pensamiento.
Dialogando con su alrededor, reafirma sus acuerdos íntimos.
19 Horizonte allá
La Habanera comienza con un tono melancólico.
El poeta está pensativo, reflexiona; la melancolía invade la atmósfera musical de la primera parte.
A partir de la segunda, el poeta decide salir de ese estado y construir una vida en la que acepte la realidad y sea compatible con su armonía y su paz.
Su decisión de aceptar la vida se manifiesta en la mano derecha y en los acordes que parecen confirmar, remarcar una idea. La mano izquierda apoya a su compañera en esa decisión que ha tomado.
En esta canción se ve su fuego interno, su fortaleza interior apoyando sus decisiones.
La melancolía parece olvidada, porque la fortaleza ha ganado aquí esta posible batalla interna.
20 Soy amigo del viento
En esta Barcarola, el poeta gira y baila con el viento, también con la vida, consigo mismo, con su libertad, con la persona que ama.
La canción –delicada y galante– es un canto confiado, un fluir y rodar como la propia Tierra en sus giros.
Su ritmo es de naturaleza progresiva hacia la expresión de la propia felicidad.
Recuerda en algún momento la experiencia –entre alegre y melancólica– de los tiovivos de la infancia en los que la vida giraba ante nuestros ojos abiertos y algo atónitos por la velocidad de los objetos sobre los que apenas podíamos posar la mirada. Al mismo tiempo, manifiesta una despreocupación lúdica y grata frente a la vida. Disfruta de ese momento que permite, como en un baile, desdibujar todo lo que no forme parte de sí mismo y de quien esté implicado con él en los pasos de la danza: viento, libertad, amor, gozo, deseo y expresión de felicidad.
Sabe que hay dramas en cada escena que ve mientras gira la vida, pero disfruta del baile, de su dinamismo y cambios, de la libertad de poder girar y volar.
21 El mar
El músico es fundamentalmente poeta y ese poeta y el mar son los protagonistas de esta bellísima canción, llena de espíritu afectivo, desinteresado, fraterno, comprensivo y tiernamente solidario.
La melancolía se canta a dos voces.
El dolor del poeta impresiona al mar, que sólo veía su propio dolor.
El poeta va cantando con la mano derecha y le habla al mar de su amor por él, de su comprensión hacia su soledad y dolor.
El mar le va permitiendo hablar y se siente conmovido por tanto amor desinteresado, por tanta comprensión por parte de alguien tan joven y, sin embargo, tan profundo para sentir y entender su dolor antiguo.
La belleza del canto del poeta conmueve, pues expresa su dolor de forma tan delicada que casi logra que olvidemos que es dolor.
Parece animar de alguna forma al mar, que se deja arrullar por el lirismo de las palabras del poeta.
La sensibilidad artística y humana se manifiestan evidentes en esta melancólica y bella canción.
22 Hablando con el mar
El compositor-poeta habla con el mar como si se tratara de un espejo de sí mismo.
Desea actuar como aquél, más allá del conocimiento que tenga del dolor y de los límites humanos.
Desea salir de ese encierro humano y construir su vida con la fuerza y la visión del mar, que constituye su modelo masculino y libre.
Desea tomar decisiones y razona y argumenta sus porqués y crece su optimismo al consolidar su seguridad a través de esos razonamientos internos.
Se va autoconvenciendo de que su idea es posible, aunque su sensibilidad y espíritu soñador más íntimo elevan su voz en algún momento, como si esa voz representara otras partes del ser que no está teniendo en cuenta.
La canción manifiesta o expresa dos tendencias, una de ellas parece imponerse a lo largo de la pieza. Sin embargo, al final queda en el aire cierto sabor melancólico.
23 No te olvides
La Habanera comienza con notas que nos hablan de alguien acostumbrado a vivir solo y que se ha fortalecido en esa soledad. Es alguien que ha experimentado la soledad deseada y la rechazada, quizá por eso conoce situaciones que han formado parte de su camino. Su canto es varonil, grave.
Pero en la segunda parte de la canción, el poeta, comprensivo y afectuoso, permite a su amiga que lo llame cuando se sienta sola, porque siempre acudirá, abandonando por ella su barca y su vida solitaria.
Él sabe que ella le echa de menos, pero le pide que lo llame.
El pasaje musical es de gran afectuosidad y dulzura.
Él comprende el amor que ha conseguido despertar en su amiga y, lleno de ternura, le abre las puertas de su corazón para consolar su pena y que ella no se sienta sola.
La canción combina perfectamente las ideas de libertad, afecto, amistad, comprensión, respeto del propio compositor.
24 Nunca volverá
Canción en la que la melancolía se une con la tristeza y la nostalgia. El ritmo se vuelve más lento y se remarca la pesadumbre.
En la segunda parte, comienza un despegue de la pena, buscando que olvidemos la tristeza; pero es tan profunda que lo ha invadido todo.
La vida aparece reflejada como una pendiente que nos obliga a esforzarnos con una carga, a veces, desmesurada.
El poeta y músico continúa caminando por esa pendiente. Acepta en silencio esas tremendas dificultades –incomprensibles muchas veces– que la vida nos presenta. Su fortaleza interior se expresa en ese silencio.
Parece hablar con la vida, con su alrededor y explicar que la vida es esa entrega a lo que ésta pide en cada momento, por mucho que cueste realizar lo que se nos solicita.
El silencio es la pregunta y la respuesta.

Cuaderno II
Canto al nuevo día


1 De madrugada
Pieza melancólica y elegante. El poeta se halla solo o con el mar. Habla consigo mismo, con sus recuerdos, con su presente. Desea mejorar su situación. La contención de su melancolía y actitud desengañada es mucho más acusada en la primera parte.
El segundo tema expresa ese deseo de construir para sí una vida dulce, amorosa, amistosa con su alrededor desde su ser. Aquí, el músico-poeta necesita confiar de nuevo, se esfuerza por construir su idea de la belleza vital, su aportación a la misma. Es como si su empeño se desarrollara, independientemente del resultado. Está concentrado en llegar a la armonía de su ser y su expresión y, aunque la melancolía logra atenuar ese brillo que él busca, continúa su camino.
Desea llevar a cabo sus sueños...
Toda la pieza, sobre todo, cuando explica sus deseos, tiene una exquisita elegancia, una nobleza honda y, al mismo tiempo, su expresión es sencilla y llena de delicadeza.
2 Una y otra vez
Comienza de forma brillante evidenciando una idea de su forma de ver la vida al mundo para, después, ir interiorizando esa primera declaración.
En esta canción, su expresión es deliciosamente delicada y expuesta con la sencillez de lo auténtico, de lo que no puede ser de otro modo. Parece dialogar consigo mismo, pero se entrega al exterior con seguridad. No teme, no duda. Es así y lo expresa con claridad. No puede ser de otra forma.
Reflexivo y pausado, manifiesta con contundencia y seguridad sus opiniones y decisiones.
La Habanera muestra el espíritu independiente y libre, delicado y varonil del poeta en su visión de las cosas y parece reivindicar que esa visión se tenga en cuenta, al menos en su vida. Su seguridad es absoluta.
La mano derecha es el mejor argumento para manifestar esa seguridad.
3 Rosas de tierra adentro
El poeta dialoga con las rosas y parece que las esté convenciendo o deseando convencer de sus argumentos. Su exposición le parece lenta, como si el otro lado no le entendiera y tuviera que desarrollar una paciencia que preferiría no tener que usar.
Él admira el mar y su reclamo es tan fuerte como su propio espíritu.
El poder, la magnitud del mar, su libertad intrínseca, su belleza inacabable, contrastan con el estallido de perfección y límites que simboliza la rosa, que en esta Habanera creemos que representa a la mujer.
El poeta elige el mar, elige su color, su sonido, su movimiento, su libertad, su belleza no marchitable ni perecedera frente a la fugacidad de la belleza de la rosa.
La tierra y el mar. El poeta siempre elige la libertad del aire o del mar. Añora su belleza renovada, su dinamismo y desapego.
La tierra le es necesaria para verla, experimentar, para crear formas; después, su deseo de infinitud y dinamismo, le llevan a despedirse de ella.
Aquí, las mujeres podrían representar esa tierra que le gusta visitar como un turista para, más tarde, volver a su hogar: el mar, su independencia y libertad.
4 El mar ya no quiere hablar
El poeta se siente solo, se lamenta de la incomprensión general.
Comienza a vivir un día nuevo y desea ilusionarse en lo que le espera. La melancolía y delicadeza en su música siempre van tan entrelazadas que resultan inseparables. Es algo así como la expresión de un extrañamiento respecto a los patrones de la vida que vivimos.
Constantemente, en todas sus Habaneras, distinguimos esa elegancia de espíritu, esa delicadeza con la vida y la responsabilidad de crearla desde los mejores y más selectos componentes de sí mismo.
No entiende cómo su exquisito cuidado y amable condición, su amor por la vida y la belleza le puede dar como fruto ese sentimiento de que los demás le vean como “rara avis”. Expresa de nuevo con elegancia y contención su deseo de construir una existencia noble, interesante, consciente de los actos, exquisita en su respeto a la libertad y a la belleza en todos los sentidos.
Él necesita ser parte activa en esa construcción, no es un simple hedonista; sino un artista, de ahí su melancolía; pues este espíritu delicado desea vivir arropado por el afecto, la amistad y el cálido abrazo de la comprensión.
5 Incierto navegar
La vida es incertidumbre. Qué tristeza rezuma la queja que eleva como si cantara. El mar muestra muy bien esa zozobra, esa inseguridad que produce cuando se adentra el ser humano en él, como en la vida.
Su lamento se eleva hacia el cielo solicitando aclaración sobre las razones del vivir, su sentido profundo.
Él expresa lo que, desde su punto de vista, considera que debería formar parte de esa razón básica: desarrollo y expresión del amor, mejoramiento personal, desarrollo de la voluntad, práctica y consolidación de las partes más nobles y evolucionadas del ser humano para que éste vaya construyendo una vida más amable y justa, más bella y respetuosa, desarrollo de la ciencia, de las artes, exploración del universo, estudio y paz para gozar de todas esas posibilidades que la mente superior puede desarrollar.
Parece que nos diga que el ser debe sembrar con verdadero cariño esas semillas que en su interior considera imprescindibles y cuidarlas con paciencia y esmero.
La delicadeza y la aceptación son características de su intimidad en la voz del músico-poeta.
6 Juegos de atardecer
El poeta comienza con unos acordes y melodía de carácter galante.
Va describiendo su manera de vivir: la serenidad, la fortaleza, la confianza y el deseo de construir una obra bella, expresión de su propia concepción del arte, exigente con el artista, que eleva la condición del ser humano, honesto consigo mismo e inspirado.
El poeta repasa esos elementos que considera imprescindibles en su vida y en su obra, porque una es reflejo de la otra.
La música, en la segunda parte, se hace constructiva de un mundo empeñado en sus propios retos e independiente de lo que le dicten otros. Su voz se presenta más asertiva.
En la intimidad de su silencio sabe que actúa con impecabilidad.
7 Hablando con el silencio
El poeta está solo y habla consigo mismo sobre su verdad interior, sobre la construcción de sus sueños más profundos y sus posibilidades.
Su construcción parece llena de un dolor contenido, de una sensibilidad profundamente herida.
Mira al exterior y se ve adaptándose y aceptando continuar este viaje existencial aprovechando las circunstancias favorables que la vida le ofrezca, para poder continuar soñando con los ojos abiertos y seguir creando con ilusión desde el infinito caudal de la belleza en constante remodelación y ampliación.
Sabe que como artista tiene una necesidad vital de crear. Es consciente de que su arte es auténtico; pero el tiempo es lento en la materialización de sus objetivos, como si la vida tuviera algo pesado que le impidiera elevar sus sueños y sus posibilidades, sin embargo, él sabe que todo está en esos sueños, todo lo que él ama y desea.
Admira el verdadero arte, por tanto, no se conforma con realizar su obra de cualquier manera.
Es pulcro y exigente, elegante, respetuoso consigo mismo y con el público.
Perfeccionista, si no tiene algo bueno que añadir al silencio, calla, por eso es tan íntimo amigo de éste.
Termina con unos notas de melancolía que deja suspendidas en el aire, como un lamento sin más receptor que su futuro.
8 Quiero saber de ella
El poeta comienza recordando un pasado y deseando hacerlo presente; para ello, pregunta al mar o a los elementos dónde se halla la mujer que no está con él. El poeta habla de la chica que añora y dice cómo le hace sentir.
Les facilita las señales que pueden servir para localizarla y, mientras lo hace, expresa su verdadero sentimiento por ese ser femenino, que le parece dulce y especial. La ternura y el afecto cuando se refiere a ella se vuelven tan perceptibles como si lo viéramos manifestando su cariño y admirando las cualidades de una mujer.
Les va contando sus experiencias con ella: cómo la miraba, cómo se movía, qué despertaba en su alrededor, cómo enamoraba al aire, al agua y al propio poeta.
Estamos ante una bellísima canción de amor en la que, como en otras que ya hemos ido comentando, el poeta manifiesta su profundo respeto por ese sentimiento y su espíritu lírico y sensible.
9 Lola, te quiero
Canción de amor por una bella mujer, que le lleva a esforzarse para llegar a ella.
En esta canción, el poeta se siente un pretendiente luchador. Quiere poder llegar a ella. Desea que todo el mundo sepa de sus sentimientos y de su admiración. No es la voz de quien expresa sus sentimientos en susurros, sino quien los canta desde la calle al balcón de su amada, porque desea hacer público ese sentimiento.
Declara a todos los elementos su amor en voz alta, orgulloso de estar enamorado de ella. La canción repite el motivo de su amor por la bella Lola y su promesa de no dejarla nunca más.
Parece haber un guiño cómplice con la famosa habanera “La bella Lola”, casi a modo de homenaje al personaje principal y motivo e inspiración de la canción.
10 Ha pasado el tiempo
La canción comienza con una referencia a un pasado ya fenecido. Su tono y ritmo parten de reflexión y gravedad.
Cierta nostalgia por lo perdido tiñe la música y también las notas de la mano izquierda. Sin embargo, en la segunda parte, hay una aceptación y algo de resignación al dejar a un lado ese pasado y nos parece que toma la decisión de jugar un papel activo en su presente y futuro.
Desea vivir asumiendo todo lo aprendido. Procura salir de esa profunda reflexión y se propone volver a comenzar, iniciar un nuevo periplo vital.
Tanto el motivo reflexivo como la exposición de lo nuevo se desarrollan para sí.
En esta Habanera predomina el razonamiento y el tono reflexivo sobre el sentimental, que es expresado al principio como melancolía nostálgica. Es como si no confiara en su propia esperanza, como si le faltara la fe.
11 Canto al nuevo día
Comienza con unas notas brillantes, pero no exentas de melancolía, exaltando la vida para después introducirse en su mundo interior y solitario. Ese mundo es masculino y valiente, formado con criterios personales y, muchas veces, escasamente reconocido y poco alentado por su alrededor.
Su soledad es elegida y fortificada por su voluntad, marcada por las notas graves del primer tema.
El segundo tema, sin entrar en contradicción con lo anterior, es un canto exaltado y brillante a la vida, simbolizada por el amanecer de un nuevo día. Ha decidido continuar adelante con sus principios –pase lo que pase–, asume que su vida es para sí mismo, no para los demás, así que decide continuar su camino, como él considera que debe trazarlo, y se acrecienta su fuerza y vitalidad a medida que la canción avanza.
El músico-poeta afirma siempre la vida, en esta ocasión, con verdadero gozo y sentimiento vital.
Aquí, la música no es razonamiento, sino expresión de una decisión a la que ha ido llegando de forma natural y a pesar de todo.
Canción llena de luz, de fuerza y vitalidad.
Es un señor del mar quien canta esta canción, formado en aguas serenas y tormentosas.
12 Cuando la noche habla
Esta preciosa canción es una pequeña joya; en medio de su dolor y soledad, el compositor-poeta no renuncia nunca a su sentido de la belleza ética y estética, nunca pierde el respeto por la vida, incluso, diríamos que es capaz de transmutar el dolor con un apunte de irónico humor aplicado a sí mismo.
Una forma de velar por la intimidad de su dolor, de proteger a los demás de las preocupaciones que éste podría acarrearles. Pero el sentimiento de aislamiento e incomprensión se vuelven palpables en su ritmo y en la hondísima tristeza de su música y su final.
Pieza mucho más breve que las demás, como si ese pudor al expresar el sufrimiento también se hiciera inconscientemente más palpable.

Cuaderno III
Con el silencio entre sal


1 Tentando al mar
Nos encontramos con una canción que comienza con brillantez, como si las negras nubes de la canción anterior hubieran sido disueltas ya por la vida y el compositor pudiera de nuevo expresar su optimismo, su gratitud y vitalidad, su sonrisa varonil ante lo que la vida le ofrece.
Traza sus pasos resolviendo problemas, minimizando inconvenientes y manifestando su confianza interna y su poder. Volvemos a encontrar al hombre independiente y organizado. No es una expresión vital descontrolada, sino ordenada y racional.
Ha decidido qué desea construir en su vida y considera que tiene posibilidades y derecho de llevarlo a cabo, además de confianza en sí mismo. Le parece justo y siente el brillo de su espíritu valorando positivamente sus decisiones.
Es una pieza que afirma la justeza de su enfoque en la vida. No se observa un ápice de tristeza.
2 Y qué más da
En esta canción, la sensibilidad del músico-poeta se manifiesta con profundo lirismo y ternura. La melancolía y el deseo parece que establezcan un diálogo de comprensiones recíprocas. Su delicadeza contrasta con la energía masculina de la canción anterior. Aquí nos habla el poeta.
Habla de sus sueños y de su pena, como si no confiara en que pudiera hacerlos realidad o vivir aquellos, como si temiera que esa oportunidad fuera vedada para él.
Los deseos se expresan y casi se lloran, pero con tanta belleza y contención como podríamos encontrar en algunos poetas que han cantado a su amor y su esfuerzo sin fruto.
La canción se debate entre sus necesidades internas y su visión externa. La despedida deja un hálito de melancolía, a pesar de que parece abierto su desenlace.
En esta pieza, melancolía y poesía de la belleza se fusionan.
3 A escondidas
La canción comienza con una melodía que sugiere dificultad, lastre en el caminar vital. De nuevo, la tristeza, la melancolía, la lentitud, la frustración y el dolor acompañan a nuestro músico-poeta. El poeta se queja con dulzura de su suerte. Es como si hablara a solas con el aire o con el mar.
Tras el primer tiempo de ese lamento suavizado por su deseo de armonía, el segundo tema se abre con la decisión de salir de esa queja, aunque se recoge y reconoce, pero parece decirnos que desea que le sirva para impulsar su salida.
Su voz se va transformando con una mayor seguridad en esos acuerdos íntimos.
Se esfuerza por reconocer cada uno de los pasos que debe dar, no quiere nuevos traspiés y, por ello, decide trabajar para la belleza sin dramas, apoyándose en sus propios valores y decisiones. Cree saber lo que debe hacer y se esfuerza por continuar con dignidad y valentía su camino. Ha llegado a la conclusión de que aprovechará lo que la vida le ofrezca.
Sin embargo, ese peso se hace presente en toda la composición y también su lamento, atenuado por la belleza de los sonidos que representan esas quejas de su alma.
4 Tuya es mi canción
Comienza la canción como si expresara una promesa. Su voz es grave, decidida. No sabemos qué dice, pero sí cómo es. El ritmo es rápido y decidido. No hay lugar a dudas ni a pesadumbres. Luego, el ritmo se adapta más a la explicación y a la persuasión. Aparece el hombre tierno y familiar, el compañero que desea compartir su vida y, con una ternura deliciosa, le explica a su amada el sueño propio de su vida en común.
La canción, por tanto, tiene dos partes muy diferenciadas.
En la 1ª, su voz es grave, masculina; representa la visión de un marinero firme, acostumbrado a vivir en el mar y solo.
La 2ª parte nos presenta un diálogo con su compañera a quien le declara su deseo y pensamiento. Suaviza su voz y ofrece lo que es. Habla con ella e intenta persuadirla de la bondad de sus proyectos y de la autenticidad de su sentimiento.
5 Si quieres te vienes conmigo
Comienza la canción con el motivo más recurrente e importante de la misma, para después pasar a explicar las razones emotivas y sentimentales para haber llegado a esa conclusión.
Es muy importante remarcar que los tipos de razones son intangibles, lo mismo que la base en la que se apoya su deseo de permanecer juntos.
Canción en la que el diálogo se sobreentiende, pues sólo escuchamos la voz del marinero. Dentro de ese diálogo, el compositor y enamorado parece explicar su propósito y razones, esperando que ella acepte su invitación a vivir juntos. El diálogo es muy dulce e íntimo. La melodía se expresa con modos tiernos y afectuosos. Bellísima canción, alegre, íntima y jovial. La vida parece un espacio amable y seguro.
6 No sé de qué
Una de las canciones más originales y jocosas en el tratamiento de la frustración y del dolor por impotencia e imposibilidad.
Canción construida desde una base simbólico-irónica, en la que el marinero-poeta o el compositor-poeta juega con el sonido para mostrarnos, a través de sus notas desgranadas y paródicas, en mordentes rectos descendentes, la imposibilidad de cumplimiento de los sueños utópicos.
Parece burlarse de sí mismo y con humor irónico, la música ridiculiza y juega con sus propias utopías. Compositor y piano ríen juntos y también se quejan de que lo imposible no sea posible.
Es una pieza paradójica, llena de humor y de tristeza, sublimada mediante el humor.
La frustración y el abandono en la impotencia son contados con tono melodramático explícito, casi folletinesco, y risueño a un tiempo. Preciosa integración de contrarios muy bien resueltos y, desde mi punto de vista, no fáciles de interpretar en un escenario.
7 A dos aguas
El compositor monologa, reflexiona. Su voz es doble: grave y reflexiva y dulce y tierna.
Repasa y revisa las razones de un lado para, a continuación, explicar su dirección y objetivos desde otra óptica.
Como la decisión final es continuar su viaje sin tomar una decisión drástica, aplaza lo que cree que le puede perjudicar innecesariamente y vuelve a examinar las razones y se convence de que lo mejor es continuar el viaje, porque la vida ya marcará su paso. Parece que vaya a decidir algo en algunos momentos, pero no sabe cómo hacerlo ni qué hacer, eso le lleva a la parálisis. Indecisión personal. Que la vida decida por él, parece decir la canción.
El final tiene una atmósfera melancólica e indecisa. Su espíritu no quiere dañar ni ser dañado.
8 Cuando calme partiré
De nuevo encontramos al ser decidido y masculino. Se ha propuesto algo con gran determinación y se siente lleno de fe y convicción en la necesidad y justeza de ese proyecto. El título sugiere una salida por el camino del medio. No comprometerse con nada ni con nadie, continuar el camino solitario y libre. Cree que eso es lo mejor, dada su situación.
Considera que su vida mejorará y su mundo podrá elevarse. Su opción es firme. Se insiste en que es la decisión correcta y la única que puede llevar a cabo por su propia felicidad y derecho. Repite su idea porque considera que así no hará daño a nadie y él se sentirá libre.
Considera que su entorno se recolocará y él podrá disponer de sí mismo. Desea construirse un mundo propio y se lo dice y repite a sí mismo como reforzando su pensamiento.
Parece que, por fin, ha visto la luz y eso le da poder y calma tras la oscuridad anterior.
9 Quiero ser tu patrón
La canción comienza con una exposición clara de sus sentimientos. En esta Habanera, nuestro compositor-poeta considera que su corazón debe llevar el mando de su vida y dialoga con su amada sobre sus intenciones y valores. Encontramos esa sensibilidad y delicadeza tan características en él siempre, con ciertos elementos melancólicos y buscando la expresión más bella, más sutil y cortés. La expresión de esa intimidad y sentimiento es dulce y algo triste al mismo tiempo, como si la melancolía y tristeza hubieran calado tan hondo en él que ya todo se impregnara de esa base que debilita o en la que la alegría y ligereza aparecen con cierto decaimiento.
Le promete su seguridad en ese amor y su lealtad.
Considera que su compañía les aportará dicha a ambos, de ahí su seguridad e insistencia. Es ese sentimiento lo que les une y les permite desarrollarse como seres más plenos.
Se siente sensible, proclive al amor y al encuentro. Quiere estar con ella y se despide la canción renovando su deseo y petición.
10 Vente conmigo al mar
El compositor-poeta conecta ahora con el comienzo del día y las posibilidades reales de sus ensoñaciones.
Imbuido por ese sueño de unidad con su amada, desea pasear con ella, escuchar su voz mientras ambos caminan y oyen al mar, que, como en anteriores ocasiones, representa la libertad del poeta.
El silencio humano y la fusión de ambos con el espíritu del mar y el viento, con el agua y su vaivén, aislados de otros sonidos y estímulos, como los amantes en su barca, parecen presentes en sus deseos.
Su intensidad va in crescendo, pues insiste en el motivo melódico, que es apasionado y muy íntimo y cariñoso.
El amor y su expresión permiten unir aquí encuentro y libertad, pues invita a su amada a ese mundo privativo del compositor-poeta.
11 Llevo el silencio entre sal
Precioso ritmo de vals en el que el propio compositor parece girar con su amada en una danza casi aérea, pues el ritmo es vivo y se asemeja a un espectáculo de la vida visto desde una altura superior a la habitual cuando se toca el suelo.
Todo parece recién creado, toda alegría es reciente, inmaculada y podríamos comentar que hasta la mano izquierda, que acompaña el ritmo y entusiasmo de su compañera con gravedad y cierta distancia, aparece, de alguna forma, ganada por la voluntad irresistible de la derecha.
Su gozo de vivir, su alegría y fe, su apasionamiento parecen influir en los comentarios favorables– aunque desapegados, aparentemente, del festejo, reflexivos, como apoyados en su experiencia y su sabiduría menos entusiasta– de la mano izquierda.
Es una pieza preciosa en la que se ven dos fuerzas que actúan en el interior del compositor: la experiencia y su escepticismo y la capacidad de soñar y su entusiasmo y juventud, la necesidad de crear algo nuevo en la existencia.
¿Quizá la sal es lo conocido y concreto y el silencio la posibilidad de lo por crear...?
12 Así es el mar
Con la alegría y el afecto de quien nos cuenta algo o nos describe a alguien muy cercano y al que se siente unido y en ese estado de gracia en el que todos desearíamos vivir. El compositor-poeta nos presenta la belleza que encierra la sencillez y la profundidad del mar en el que el mismo músico se siente reflejado.
Es necesario insistir en que para nuestro compositor-poeta, la belleza es imprescindible concepto integrador de todas sus decisiones, de todos los pensamientos y hechos de su vida. Su música lo muestra de una manera constante. Nada puede ser ajeno a ella ni obviarla. Siempre debe estar presente–sutil o explícita– a la hora de construir sus opiniones, elecciones y metas.
El mar es descrito –y su vida en él– como algo cercano, cálido, sencillo, bellísimo. Al escuchar cómo se dirige a él, con qué cariño lo aborda y comenta sus virtudes, todos los oyentes desearíamos formar parte de ese mar.
Al escuchar la canción, sentimos como si nos estuviera explicando esos actos entrañables y cotidianos, discretos y únicos, que constituyen una constante fuente de felicidad serena y de profunda alegría para quien puede admirarlos y observarlos en silencio o, simplemente, transmitirlos con la mirada, más allá de cualquier comentario ponderativo.
Su despedida es melancólica, como si se mezclara en él el lamento y la aceptación por esa separación de la unidad con el mar, símbolo de su libertad y de su mundo íntimo.


Cuaderno IV
Qué cosas tiene la vida


1 Qué cosas tiene la vida
La pieza comienza explicando sencillamente que la vida es un camino de cambios constantes y paulatinos, de esfuerzos encaminados a mejorar y fortalecer el espíritu personal de cada uno.
La constancia y el trabajo diario son dos valores enfatizados de forma clara por el compositor en esta pieza. Encontramos también la afirmación de un criterio independiente, formado a través del trabajo consciente y de la observación del mundo, asimismo, aparecen unas claras referencias a un contenido estético en esa formación.
La canción parece una declaración de principios básicos para el buen vivir, algo que se podría sintetizar como aquellos principios que todo hombre de bien debe tener en cuenta a la hora de realizar el ejercicio del vivir.
La composición se presenta sencilla y clara en la descripción de sus objetivos. La mano izquierda, siempre profunda, y grave en ocasiones puntuales, va guiando hacia la reflexión a la melodía soñadora y empeñada en las novedades; pero sus anotaciones son sutiles. Su notación –más paciente y duradera, menos dinámica– sugiere, nunca impone, y así permite la libertad de experiencias de su compañera; entre ambas van tejiendo los valores en los que se asienta el vivir del artista
La brillantez a la que tiende la mano derecha cautiva también a esa parte más reposada. Es como si el músico sonriera mientras sueña, sabiéndose, reconociéndose un soñador. Se distingue un respeto y una armonía, un acuerdo entre la parte más racional y la más intuitiva, y ambas trabajan en la construcción sólida de una vida bella, sencilla, ejemplar y armoniosa.
2 Te pienso de madrugada
En esta pieza, el espíritu soñador del compositor comienza desde el principio con la exposición y desarrollo de su idea de la belleza y de la necesidad personal de esa belleza en la vida.
El mundo de los sentimientos es tratado como parte fundamental de esa expresión selecta del ser, de esa construcción y mejora.
La idea de renovación constante, de cambio paciente y perseverante es una de las características más profundamente marcadas en su obra musical.
Su delicadeza se ve pronto acompañada de un gozo íntimo por ese deseo y ambos, llenos de gracia e impulso, aúnan sus fuerzas construyendo esas ensoñaciones en las que el compositor se deleita considerando que la vida tratada como expresión delicada, como flor bella y posible, como expresión del espíritu alado y curioso por conocer, es digna de ser contemplada y vivida con deseo e intensidad.
Su espíritu soñador tiene, de vez en cuando, referencias a su conciencia de estar en otra realidad diferente, como si fuera un anclaje en el suelo; pero también sabe que su responsabilidad, su deber artístico, es crear, a través de su vida-obra, un mundo distinto, más pleno y bello.
3 Tu sabor conmigo va
El compositor parece dialogar con alguien y trata de persuadir a su interlocutor de la necesidad de buscar horizontes buenos y nuevos.
Más tarde describe cómo es ese paisaje que él ve y lo hace como un lugar-paraíso. Cuando sus acordes y sus notas se tornan más intensas nos describe su estado de arrobamiento, de intenso sentimiento hacia ese “topos” en el que la paz, la belleza y el disfrute del amor son las manifestaciones más plausibles, más auténticas y seguras, por lo que trata de convencer a la otra persona de que viaje con él, de que confíe en su existencia. Él, como artista, como creador, sabe de la utopía, sabe de la verdad del lugar sin dolor, del espacio de la creación.
Es la utopía la verdadera existencia, porque permite transformar la vieja y gastada realidad; ese espacio mítico es necesario para conservar la esperanza de redención, de salvación para el hombre. Cuando describe y llama a su interlocutor a ese espacio, la melodía se torna tan dulce y amable, tan cordial en el sentido literal del término, que el corazón del oyente intensifica su conciencia de estar vivo y desea formar parte de esa utopía, de ese espacio en el que la vida puede reflejar tanta belleza interior, tanta intensidad de sentimiento y amor.
Pieza mucho más profunda y simbólica de lo que podría parecer en un primer momento. Su pasión por la vida se une a su concepto de plenitud auténtica, de profundo y verdadero sentido de la belleza, que es la expresión más delicada e íntima del corazón.
4 Tiempo al tiempo
En esta pieza, el compositor reflexiona sobre su vida y toma sus decisiones. Sus propios criterios, independientes de las opiniones de los demás, son exigentes, sobre todo, consigo mismo.
El texto nos habla de esa fidelidad interna, imprescindible para su vida, y de la necesidad de construir la experiencia externa como una expresión interna que brota fuera, que crea su espacio desde el interior, espacio en el que la belleza se compone de delicadas texturas: silencio, armonía, bienestar, relación con los seres cercanos, respeto, bondad, cuidado de su entorno. Nada que no contenga esos ingredientes formará parte de su vida, nada debe perturbar ese mundo.
La bondad es un aspecto fundamental de la belleza para el artista. Es una bondad no ostentosa; sino callada, pudorosa, apenas perceptible a los ojos menos habituados a la observación de los detalles; porque es en esos detalles donde se manifiesta, como una delicadeza innata que no puede evitar.
Celoso de su intimidad y absolutamente reservado, sus expresiones íntimas son casi independientes de sí mismo; sin embargo, impregnan su música constantemente, de forma que ésta es pura expresión de un alma exquisita, de callado e íntimo cuidado de los demás, sin que ellos perciban hasta qué punto él se ocupa de esa felicidad que desea para ellos.
Expresa la construcción de su mundo como algo objetivo y fácil, aunque él sea consciente de que puede costarle grandes sacrificios. Le horroriza causar un sufrimiento que él considera que puede evitar. Prefiere sufrir él de forma callada.
Prefiere ser juzgado negativamente y sufrir él, que ver el sufrimiento en los otros por una acción propia; vivir en silencio sus heridas a producirlas en otros.
Es extremadamente riguroso consigo mismo y eso le lleva a no terminar de entender el mundo, porque comprueba que los otros no se comportan del mismo modo. Pero, fiel a sí mismo e independiente de los demás criterios, continúa afirmando sus principios de vida y levantando su edificio vital en solitario.
El final de esta pieza no es frecuente en este compositor, por lo que el oyente considerará que es significativo, que desea destacar algo en ese final, que esta declaración de principios es vista con la fuerza necesaria para mantenerla ante el mundo. Es un final brillante, en el que su sentimiento interior se eleva hacia el aire sin temor, en voz alta.
5 Sin tiempo para más
Comienza afirmando la necesidad de continuar la construcción de la vida, aunque esta canción, ya en el principio, en los primeros compases, contiene notas de claro contenido melancólico, como si supiera y aceptara que la experiencia vital llevara emparejada siempre de forma inevitable dicha emoción.
Sin embargo, a pesar de ese perfume que impregna la primera parte, la fuerza y la decisión de continuar el viaje y hacerlo con la conciencia serena y constructiva, es clara.
Su voluntad gobierna su emoción y sus recuerdos.
La pieza parece destilar la nostalgia de una vida que se le escapa y la aceptación del “tempus fugit”.
La sensibilidad es aquí reprimida, envuelta en los velos de una aparente aceptación estoica, casi indiferente.
Ante el sentimiento de irreparable pérdida, –pues la vida es un camino hacia su despedida, hacia su finalización– sólo queda la posibilidad de aceptarlo con la dignidad de un hombre.
Encontramos de nuevo al hombre que se reafirma en sus valores de fortaleza y rectitud internas.
6 Esas noches sin mar
Barcarola en la que el músico baila, danza con la vida, gira mirando el espectáculo que ésta le ofrece; pero parece más una mirada enfocada hacia el interior.
Es una exposición de sentimientos y al mismo tiempo una reflexión activa. El ritmo junto a la melodía parecen indicativos de cierta introspección. El sentimiento y la sensibilidad están presentes a lo largo de toda la canción, como si el ritmo de la misma le permitiera hablar desde su interior y para sí mismo, como si fuera consciente de que su pensamiento fluye y le permite hablar desde su intimidad.
Delicadeza y ternura se aúnan al sentir la voz de la vida.
En la segunda parte, es él quien muestra al exterior su idea del vivir, sus sueños. La canción se vuelve afirmativa y optimista en su exposición. Va subiendo la melodía y la vitalidad, como una escalera de Jacob, hacia el centro del sueño, hacia la plenitud real en su interior. Se recrea por el camino en la descripción del sentimiento y nos muestra sus momentos de gozo íntimo expuestos con gran agudeza y vitalidad.
Alterna esa gozosa visión y expresión con algún pasaje en el que reflexiona y valora el exterior, mientras continúa afirmando esa necesidad vital, tan imprescindible en él como la respiración, tan definitoria de sí mismo como su propio aliento.
El compositor necesita crear constantemente la belleza, irradiarla desde su intención. Podríamos decir que su sentido más profundo de vida está constituido por el deseo de crear belleza en todos los órdenes de la misma, sólo así considera que ésta tiene su sentido personal. Pero esta belleza tiene un contenido ético fundamental, es la expresión de todos esos conceptos que van apareciendo en su obra: honestidad, sencillez, profundidad, armonía, constancia, generosidad, prudencia, discreción, elegancia, fortaleza, optimismo, buen gusto, perfeccionamiento, autoexigencia…
Su arte no es un ornamento, es la expresión de una necesidad vital del ser que vive en ese mismo territorio que explica con sus notas.
Sus acciones, es decir, sus notas y acordes están llenos de detalles propios de un benefactor.
Reflexiona y sabe que no siempre va a recibir según lo que ha aportado, pero él prefiere seguir enriqueciendo al mundo. Es la única forma en que su espíritu puede vivir. No puede dejar de hacerlo, enfermaría de pena, se sentiría olvidado y desamparado de sí mismo.
La pieza está llena de detalles que confirman lo expuesto líneas más arriba.
7 Todo sabe a mar
La canción comienza afirmando su energía vital. Parece que hable consigo mismo. Es como si estuviera reflexionando sobre el mismo hecho de vivir.
Es una idea segura, simple; no se preocupa de argumentarla mucho; sencillamente, lo considera innecesario. Para él es algo evidente, y los demás, tonterías.
No hay una ápice de duda en esa afirmación de lo que considera como algo estable en sí mismo: su propia afirmación de vida. Su aportación personal, su carácter de constructor se va matizando más a medida que la canción avanza.
La construcción a la que nos referíamos nos lleva al terreno de la creación y éste, a la estética como parte inseparable de su vida. Esa dedicación se manifiesta constantemente en pequeños motivos, así como también en la perfección y originalidad de sus acordes.
La melodía se vuelve especialmente sensitiva en algunos pasajes, por ejemplo, en los fraseados en los que la melodía asciende y se mantiene en esa intensidad tan expresiva con pequeñas modulaciones, afirmando su luz y se esperanza; algún arpegio, detalles ornamentales son manifestaciones de esa elegancia poética a la que nos tiene acostumbrados en toda su obra.
Su despedida deja clara esa delicadeza íntima y natural en él.
8 Una sonrisa me espera
El espíritu más joven, ligero y alegre del artista es el artífice de esta canción.
Su vitalidad se muestra ya desde las primeras notas.
Hay un deseo de dar a conocer la brillantez que la vida encierra en sí. Nos invita a vivir y a disfrutar del hecho de compartir ese gozo.
Canción que disfruta de sí misma, que goza comunicando el gozo que experimenta al cantar su canto; invitación al “carpe diem”, a disfrutar de un presente constante, seguro en el momento de crearla.
Ninguna melancolía tiñe el evento feliz de estar vivo y poder experimentar plenamente ese privilegio.
El gozo es sostenido y continúa “in crescendo”. Su dirección y propósito es doble sentido: nace en el interior y va hacia fuera, esa extraversión o invitación realimenta el interior y lo hace más pleno, de ahí ese crescendo que el oyente nota en sí, a la par que en la pieza.
Su felicidad es íntima y personal. Su pasión y sinceridad logran cautivarnos y nos impulsan, convencen nuestro ánimo y nos encaminan hacia esa propensión a ser feliz que podemos disfrutar.
Sus notas juegan con el piano, juegan con el aire, como si bromearan con ambos y mostraran la confianza, la fiesta y la alegría del encuentro por saberse cerca, cómplices, seguros.
9 Cuando la noche nos vea
Canción amorosa e íntima. Joya delicada y expresión de una intimidad hondamente sentida.
En esta canción, el compositor expone sus sentimientos a través de todos los recursos que la música le permite.
Es una declaración de amor tierna y poética. Finísima su hechura. Los motivos musicales constituyen uno de los más bellos poemas de amor.
Su delicadeza e intimidad nos permiten ver ese espíritu dulce, esa ternura casi silenciosa, casi callada, que se hace nota, sonidos sugerentes..., verdadero tesoro, como joyas del decir.
Las palabras y razones no pueden hacer justicia a la belleza que irradia esta preciosa pieza de amor.
Toda ella rezuma sentimiento intenso y sensibilidad exquisita. La emoción va ascendiendo, pero ya se inicia muy íntima y dulce, el susurro sugerido, su dedicación, su progresiva elevación hacia la cima de la expresión del amor, ese decir completo sin decir apenas, esa seguridad íntima en la calidad de su sentimiento…, la ternura que toda la pieza va expresando es tan sincera, tan profunda y dulce, que no cabe duda de la calidad y calidez de su sensibilidad humana, además de la genialidad artística que encierra su hechura.
El ritmo va sugiriendo la facilidad silenciosa del vivir. Nada parece entorpecer esa dicha interna del sentimiento. El compositor parece sentirse seguro de la correspondencia de su amor, confía en él.
La bella melodía es realzada por los motivos que intensifican el lirismo, presente desde el comienzo de la pieza, y lo exaltan hasta expresar claramente la ternura hondísima y la sensibilidad evidente del artista.
10 Celoso del viento
Canción Barcarola en la que el compositor nos invita a contemplar el gozo de vivir y a experimentar la dicha íntima de estar vivos.
El compositor, a través de las melodías de ambas manos: izquierda y derecha, nos sumerge en un diálogo entre dos opiniones de la vida: ¿qué es lo más importante lo que permanece, lo que cambia?
La mano derecha parece destacar el cambio, el fluir de la vida, el avance de ésta. La izquierda admite esos cambios, esa apariencia de cambio; pero cree que es más importante lo que permanece. Parece considerar que los cambios son más en la superficie.
Tras un diálogo entre ambas opiniones, parecen llegar a la conclusión de que no hay una verdadera contradicción; sino un énfasis diferente; pues terminan por estar de acuerdo en que al final gana el silencio.
Al mismo tiempo vemos al propio compositor hablar con el aire y con los elementos sobre el curso del vivir, sobre sus cambios y sobre el paso inexorable del tiempo.
Él acepta con serenidad que esa es la verdadera naturaleza de la vida y también el final.
Combina, sabia y elegantemente, ambos aspectos: cambio y permanencia. No hay dramatismo; sí, serenidad.
11 Nunca me acuesto sin ella
Ya en su comienzo, sorprende por su nota tan grave y a partir de ahí, todo es conmovedor y bello en esta preciosa y original pieza.
La melodía se va completando y matizando a través de cuidadosos arpegios, de notas alteradas, de adornos delicados y sutiles, de la utilización de una mano izquierda, a modo de voz irónica, que va pergeñando y guiando el desarrollo del lamento cantado, como una exposición de un momento vital de confusión extrema y máxima conciencia de una situación que no sabe cómo resolver. Es una de las canciones más originales que tiene el compositor en este género.
El ritmo se ralentiza en determinados momentos para evidenciar su idea de confusión y esfuerzo baldío.
Su sensibilidad exquisita, su deseo de belleza, la pureza de su sentimiento, su lealtad a sí mismo, su delicadísima visión del amor, todo ello logra culminar en esta original joya del género.
Es la exposición de un extravío en el que el artista juega con humor y delicadeza. La pieza está llena de sugerencias y símbolos.
El compositor parece debatirse entre ambos puntos de vista, sin perder jamás su original sentido de guardar silencio frente a las palabras de los demás. Incluso en plena confusión, jamás olvida la fidelidad absoluta a la diosa Belleza. Todo es contado con ingenio, humor, delicadeza, sensibilidad y gracia espiritual en su ironía profunda.
De hechura cuidada y virtuosa, es una verdadera delicia escucharla.
Podríamos decir que, de nuevo, su humor e ironía se manifiestan y, desde luego, su sabiduría en el manejo del símbolo.
El músico-poeta tiene el don de reírse y frivolizar su dolor para atenuarlo, para debilitarlo ante los ojos de los demás, para minimizar la hondura de sus procesos internos y mostrarse al mundo como un espíritu desenfadado. Prefiere ser visto como un frívolo que mostrar el verdadero alcance de su sufrimiento.
Discreto, prudente, introvertido, elegante y huyendo siempre del dramatismo.
12 Sola te quiero ver
El compositor habla de nuevo a alguien. Cuando escuchamos la canción, nos damos cuenta de que es su amada la persona a quien se dirige. Le expone sus sentimientos y sus razones; también su preocupación por la respuesta que obtenga de ella.
Luego, la atmósfera se anima y confía cada vez más en ese amor; le detalla sus deseos y asegura su amor por ella. El motivo principal de esta pieza parece que sea el deseo de estar con ella. La mano izquierda tiene intervenciones originales y de una gran elegancia y cortesía; la mano derecha elabora una matización delicada y bellísima de ese sentimiento, de forma que se construye una espléndida y segura manifestación de su expresión.
La melodía va ascendiendo para marcar esa evidencia e intensidad mayor, como si naciera desde la seguridad y fuera alcanzando aún mayor confianza en la respuesta que obtendrá y en la expresión de su propio sentir.
El compositor-poeta va reafirmándose en sus ideas y objetivos a medida que avanza la canción. Encontramos algunos pasajes en los que el compositor crea artificios de virtuosa técnica y dominio de los recursos sonoros para propio disfrute estético, para propia recreación, que consiguen subyugar y penetrar en el anhelo de belleza que toda sensibilidad posee.
Podríamos considerar que la canción es una expresión bellísima de la seguridad íntima en su sentimentalidad.

Reflexiones posteriores a modo de conclusión sin finalidad conclusiva.

Siempre que escucho las composiciones de José Mª Gutiérrez Segovia me admira comprobar la genialidad inacabable de su arte. La capacidad de elaboración artística de su intimidad, sus modos diferentes de expresar esa sensibilidad finísima en distintos momentos y de formas distintas, pero siempre inconfundibles en su sello y hechura. Es como la conversación que mantenían las dos manos en la canción “Celoso del viento”. El oyente no sabe si elegir lo permanente o los cambios.
Todo es importante, pero doy las gracias –y creo representar a cualquier posible oyente en este pensamiento– de que el espíritu que anima esos cambios sea constante en su fidelidad a sí mismo.
Isabel