Nombrarte


Transité por las líneas luminosas de tu nombre,
observé sus sonidos transformando el aire:
iluminaban calles, sendas,
ahuyentaban vacíos y temores... 
Sus parajes de calidez y silencio
guiaban con acierto mi caminar
por las horas de nuevos días
hacia nuestro encuentro siempre.
Me dejé dirigir por la exquisita  ruta,
como si los pasos fueran 
volátiles traslados, caricias de una tarde,
la brisa de un verano
irrumpiendo sutil para crear presentes.
Tus rosas son las mías,
aquellas que elegiste,
porque jamás pierden su aroma
y, en la voz de la tarde, 
de transparente huella
dejan su tacto:
impronta indeleble 
su presencia brillante...
Son rosas cuyos pétalos 
recrean la verdad
de un amor siempre joven.
Lo sé porque escuché sus diálogos
mientras viajaba contigo 
por el azul del aire.

Isabel, 23-04-11


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