Se encamina hacia los límites del tiempo,
hacia los minutos próximos del hoy.
Se deja llevar,
mecida por las corrientes de aire que sobrevuelan,
se internan en el agua
y la obligan a danzar
en ondas de humor y juego.
La vida la sumerge,
siembra su voluntad,
la llena de sí misma,
convirtiendo sus pasos
en dinamismo aéreo:
nunca descansa,
jamás se detiene
–se dispersa y se concentra–,
palpita en silencio
con esa voz de fuego
que aletea en sus venas.
hacia los minutos próximos del hoy.
Se deja llevar,
mecida por las corrientes de aire que sobrevuelan,
se internan en el agua
y la obligan a danzar
en ondas de humor y juego.
La vida la sumerge,
siembra su voluntad,
la llena de sí misma,
convirtiendo sus pasos
en dinamismo aéreo:
nunca descansa,
jamás se detiene
–se dispersa y se concentra–,
palpita en silencio
con esa voz de fuego
que aletea en sus venas.
Su tiempo es encuentro,
nacimiento y despedida;
muerte y presencia unidas,
luz y tránsito,
ser y forma,
luz que la atraviesa, la quema
y la convierte en resto de sí misma
–ceniza y semilla para nuevo tiempo–.
nacimiento y despedida;
muerte y presencia unidas,
luz y tránsito,
ser y forma,
luz que la atraviesa, la quema
y la convierte en resto de sí misma
–ceniza y semilla para nuevo tiempo–.
Sabe de su fusión con la creación,
con esa melodía,
íntima e infinita, que se apodera de su silencio.
Parte hacia lo nuevo,
mientras acordes y arpegios
colorean el ritmo agradecido
de su gozo por su silencio.
Isabel, 27-4-12
con esa melodía,
íntima e infinita, que se apodera de su silencio.
Parte hacia lo nuevo,
mientras acordes y arpegios
colorean el ritmo agradecido
de su gozo por su silencio.
Isabel, 27-4-12
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