… Y me nombrabas


Te llamé y supe que mi voz atravesaba
espacios y distancias,
y se alojó en tu oído 
y continuó su viaje
para buscar refugio entre tus manos,
mientras los ecos de tus pasos
sobrevolaban cielos 
y contemplaban tiempos presentes sin fronteras.

Te entregué el tacto de mis manos
para que con las tuyas me hablaras,
tejiendo en el silencio, sedosas caricias, 
aromas de lirios y nuevas primaveras.

Pude escuchar de nuevo
mi nombre entre tus labios,
penetraba tu voz en mí
para alojarse,
espejo de alegría nuestros rostros
fundidos con la luz que la noche y su soñar
hilaban en la memoria del silencio.
… Y me nombrabas.

Isabel, 16-01-2013