Reconocí en tu rostro
–profunda mi verdad
de la rosa y su canto–
el perfil de tus rasgos…
y recordé amarlos ya
antes de haberlos visto.
Era un jardín tu espacio
tan íntimo y abierto,
que agradecí al instante
a todo su existencia
y supe de mis sueños,
presenció mi mirada
los sucesos del tiempo,
evitando y buscando
tan fácil y difícil
tan radical la voz,
llenando mi silencio
de su latido vivo,
tan sublime y complejo:
saberte sin saber
de tus labios
el verdadero gesto,
descubriendo mi ser
en remotos presentes,
en mi presente nuevo.
Hoy despierto a tu lado,
contemplo tu jardín,
su belleza y misterio;
sonrío al descubrir
silencios y sonidos,
gestos y melodías
de tu paisaje íntimo
que subyuga al espacio
y lo llena de ti
conquistando su faz
para volverlo luz…
Canto con mis palabras
mi despertar contigo,
con tu amor en mis labios.
Isabel, 21-02-15
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