Generosa vida

Escucho mis pasos por el tejido volátil de este día. La luz se viste de fiesta de sonidos, aromas y arco-iris de flores y formas perfectas de diversas tonalidades de verde por doquier. Chispas de luz azul y dorada manifiestan su verdad y origen,  como si el cielo hubiera llovido creadoras notas sobre la tierra revistiéndola de átomos de estrellas y milagros de segura existencia.
Todo bulle en su creadora expresión y dinamismo: liban y remolonean los insectos en el cáliz de las flores abiertas, las mariposas nos recuerdan siempre la magia de la belleza inesperada y manifiesta, el aroma de las hierbas, de los pinos que se yerguen con sus sombreros gigantes y generosos para proteger la tierra y, jugando con la luz y la brisa, orean la huella del sol que penetra y se adhiere. Las amapolas tiñen con su brillantez el camino de un bosque próximo y amable junto a las espigas que conocemos como amigas siempre próximas. Todo mi alrededor canta a su modo la existencia, también el mar a lo lejos penetra su ritmo y su cantar en el aire de este sábado. Sé de sus espejos que brillan refulgiendo en la mañana como soles cambiantes en su miríada de guiños, risas y respuestas a su fuente. 
Me pregunto cómo, si la vida está tan bien pergeñada, tan lograda, profunda, sencilla y bella, cómo– me pregunto– no caminamos por ella con esa transparencia que también nosotros poseemos, agradeciéndola en cada instante, en cada aliento que el aire nos presta.

Isabel, 16-5-15